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Actualizado: 29 de junio de 2025


El aya, devorada por una fiebre interior, se puso de pie, y dirigiéndose a la puerta: Podéis estar tranquilo, Mathys. Mañana temprano estaré levantada para ir a hablar a la señora, y si durante la noche hubiera inventado nuevas celadas contra vos, vendré en seguida a revelároslas. En todo caso, no le digáis nada antes de que nos volvamos a ver. ¡Buenas noches!

Este le respondió negativamente; le nombró todas las personas, obreros o no, que habían salido del castillo, y le aseguró que nadie más había salvado la puerta, puesto que él tenía la única llave y no se había movido de allí desde el llamado de la campana. Estas últimas palabras hicieron reaparecer una sonrisa de alivio en los labios de Mathys.

Ahora, Mathys, id a descansar; estáis probablemente muy cansado del viaje de hoy, y tenéis que volverlo a hacer mañana. No temáis nada; ni aun la muerte podría arrancarme este precioso depósito. , me siento deshecho, no sólo por el viaje sino por todo lo demás, y sobre todo, por las emociones que he sufrido hoy.

El intendente murmuró algunas palabras confusas, como si no comprendiera bien lo que se le preguntaba. ¡Quiera Dios que me hayan engañado! prosiguió Marta . ¡Oh Mathys, hoy he sabido cosas atroces! Durante toda la tarde he reflexionado en la penosa situación con que me amenaza esa inesperada revelación.

Pero dijo la condesa con cólera mal contenida , si la casualidad hiciera que yo no heredase los bienes de Elena, seguiría siendo, sin embargo, vuestra deudora. Ya me habéis hecho vuestra esclava exigiéndome un primer escrito. No me he de poner por segunda vez bajo vuestra dependencia. Mathys se levantó para retirarse y repitió con amarga sonrisa: Está bien, señora.

Esta estaba pálida y a pesar de los violentos esfuerzos que hacía sobre misma, no podía dominar sus emociones, ni su visible estremecimiento. Felizmente Mathys se equivocó con respecto a aquella emoción.

Lo sabréis si por vuestra parte me demostráis alguna confianza. Vamos, respondedme: ¿Elena es hija de la condesa de Bruinsteen, o no? Pues bien, no suspiró Mathys como si aquella confesión le hubiera atemorizado. Marta dejó escapar un grito de alivio; porque bien que no hubiese dudado de que la joven era su hija, la confirmación de esa creencia la llenó de una alegría infinita.

Estando en posesión de este documento, no me atrevo a permanecer en el castillo. Mathys y la condesa me lo quitarían por la violencia y hasta cometerían un nuevo crimen, si fuera preciso. Yo sólo soy una mujer y necesito del auxilio de los hombres para defenderme de los enemigos de mi hija. Voy a la casa de Federico Bergams; su tío es notario y él conoce las leyes.

Hostigada por el miedo, por el mortal convencimiento de que Mathys aparecería para que le devolviera el documento, calculé, inclinando la cabeza en la ventana, la altura del salto que tendría que dar para escapar de aquel peligro inminente.

Sin duda, y también papeles. ¿Papeles? ¿Papeles preciosos? ¡Con qué expresión me preguntáis eso, Marta! dijo Mathys vacilante . ¿Podéis imaginaros que en un cofre así, no se guarda todo lo que uno quiere conservar? En efecto, no hay nada que excite tanto la curiosidad de una mujer como una caja de hierro que parece encerrar cosas misteriosas. Dentro de algunas semanas seré vuestra esposa.

Palabra del Dia

lanterna

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