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Actualizado: 29 de julio de 2025


La condesa lo miró un momento en silencio, como aturdida por la noticia. ¿Huyó? ¿El aya ha huído durante la noche del castillo? murmuró . ¿Por qué? ¿Qué queréis decir? Se aproximó a Mathys con expresión de cólera contenida y preguntó con voz severa: Ha huído con nuestro secreto, ¿habéis dicho, señor? ¿Qué significa esto? ¿Habéis sido lo bastante indiscreto para confiárselo?

¡Oh! tranquilizadme, señor, disipad esta duda de mi espíritu, acordadme esa prueba de vuestro amor. No, Marta, sólo mi mujer puede tener el mismo interés que yo en guardar este secreto. La viuda juntó ambas manos y suspiró acariciándolo con la mirada, y palpitando de emoción: ¡Mathys, Mathys, os lo ruego, os lo suplico! El día de nuestro casamiento conoceréis el secreto, antes no.

, Mathys, en efecto; esa noticia me hace temblar. Estáis en un error. Esta decisión ha sido tomada a instancias mías, para hacer desaparecer toda causa de desavenencias y discordias, y para estar seguros de tener una vida agradable. Pero, ¿a qué convento la mandarán? Lo ignoro aún, la condesa se encargará de buscarlo. ¿Queréis hacer una monja de Elena? Sin embargo, eso es imposible. ¡Una loca!

Marta se pasó la mano por la cabeza, fingiendo torturar su espíritu, buscando una idea que pudiera salvarlos. De pronto se puso de pie lanzando un grito de alegría. ¡Dios sea loado! exclamó . Conozco un medio infalible para engañarla y burlar sus tentativas. Dadme el documento, Mathys; lo coseré al fondo de mi falda.

Eso no basta, porque él se imagina que lo amáis. ¡Qué insolente! interrumpió el aya . ¡Amar a ese monstruo! Así que lo veo, mi corazón se oprime, y la indignación me embarga. Ya lo , tendréis que fingir lo contrario y si os obliga a semejante confesión decidle claramente que lo amáis. ¿Os espanta esta idea? ¿Tembláis como una caña? ¿Es tan grande la adversión que os inspira Mathys?...

En Francia todas las pesquisas serían inútiles; más adelante, cuando todo esté cumplido y pueda volver aquí con la loca, tomaré dinero, bastante dinero, para poder salvar allá todas las dificultades. La condesa lo miró con aire burlón. Mathys, Mathys le dijo , tenéis miedo como un niño. Me parece que pensáis más en vuestra seguridad que en la de Elena.

Echó una mirada de venganza sobre Mathys, que estaba como petrificado; después lanzó un grito de desesperación, y dejó caer la cabeza sobre la mesa ocultando la cara con la mano. Madre, ¿qué ha sucedido? ¿qué peligro os amenaza? preguntó la joven de rodillas, dominada por el miedo y la piedad. Pero una voz conocida le provocó otra emoción.

Mathys, que parecía ciego de rabia, quiso detenerla; pero Federico dejó caer a Marta en brazos del notario, saltó sobre el intendente, lo asió por el cuello y lo arrojó con fuerza irresistible a la pared, mientras le gritaba fuera de : ¡Si das un solo paso te aplasto!

Exigidle la promesa de que no vaya a ver a la señorita al menos hasta dentro de tres o cuatro días. De esta manera evitaré el peligro de ser maltratada e injuriada por ella. ¡Mathys, sed complaciente, libradme de esta inquietud, os lo ruego! El intendente, conmovido por su mirada y por su acento, inclinó un momento la cabeza, y murmuró sonriendo: ¡Qué hechicera sois! Hacéis de lo que queréis.

Pero, mi querido Mathys, os equivocáis; yo no tengo ningún propósito secreto dijo la condesa con tono suave y humilde . Mi único proyecto era recompensar vuestra abnegación, y creía que os causaría placer esta noticia. No desconfiéis de , os lo ruego; el molino de agua será vuestro, si no es ahora, será más adelante.

Palabra del Dia

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