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Actualizado: 6 de junio de 2025


Sólo , sólo , virgen del cielo, puedes reverdecer mi vida muerta; regalarme puedes el consuelo, y puedes alegrar mi triste duelo y restañar mi herida siempre abierta. ¡Oh! en está mi esperanza; no la mates; déjame acariciar mis ilusiones, y no me arranques ¡ay! no me arrebates la dicha que me anima en los combates y rompe de mi mal los eslabones.

Quedó helado. Permaneció en pie unos instantes mirándola con indefinible expresión de angustia y terror: por fin se dejó caer a sus pies exclamando con las manos cruzadas: ¡Oh, por Dios, no me mates! ¡no me mates! El semblante de Clementina se dulcificó y la voz también. Vamos, no seas niño, Mundo.... Levántate.... Tenía que suceder.... hallarás mujeres que valgan mucho más que yo....

Y ya, señora, que le mates, como yo pienso que quieres hacer, ¿qué hemos de hacer dél después de muerto? »¿Qué, amiga? -respondió Camila-: dejarémosle para que Anselmo le entierre, pues será justo que tenga por descanso el trabajo que tomare en poner debajo de la tierra su misma infamia.

Apenas el negro vió sólo al Chiquito, cuando le apuntó con el arcabuz; mas se detuvo en dispararle, porque el indio le gritó en voz alta: No me mates, que soy cristiano como y no te hago daño; y para que lo conociese más claramente, le mostró una imagen de Nuestra Señora con el Niño en los brazos, la cual, el negro, dejando el arcabuz, adoró de rodillas.

¡Qué quiere!... aquí aprendemos de todo... y quién sabe si hay alguno que toma más mate «de» yo contestó enfáticamente Garona, que hacía gala de su capacidad de bocoy, considerando que el verdadero mérito de «un buen gaucho» se revela por el número de mates que pueda tomar y no por calidades de otro orden. Cuando sea hora de salir, avise, Baldomero, para despertarlos.

Mira, yo quería verte unida con quien es tu sangre, y con quien te amara como a sus ojos; pero ahora ya te pido lo contrario, pues no es aquella tu voluntad: tampoco quiero que mates el gusto tuyo arrojando esos amores; ama a ese cristiano; pero, por Dios, no dejes a tu tío: mírame, mírame cómo desfallezco.

Ya una veintena de mates amargos y sabrosos, o no, que eran cebados por un muchacho roñoso todo un maestro en el arte habían pasado a mi estómago, haciéndome olvidar la fatiga y el cansancio, cuando las mozas y los mozos, que habían andado por ahí a salto de mata , ya más familiarizados con los forasteros, empezaron a dejar sus escondites poco a poco.

Muérete de una vez, tontorontaina, adúltero, babayo, antes que nos mates a todos a disgustos chilló una voz mordaz, al tiempo que una mujer, antes joven que vieja y nada fea, con la faz distendida, como una Euménide, penetraba, vestida de huracán y desolación, en aquel círculo que era un cuadrado, e iba a hacer presa sobre Belarmino.

Sosiégate; tu marido está fuera... Idos, muchachas añadió, dirigiéndose á las dos amigas. Dejadme solo con la enferma, á ver si logro que se sosiegue. Clara y Lucía, como si estuviesen allí clavadas, no se movieron. Doña Blanca prosiguió: Ten valor y mátame. Tu honra lo exige. Es necesario que mates también al Comendador. Está condenado. Se irá al infierno y me llevará consigo.

14 Y viéndolo Jesús, se enojó, y les dijo: Dejad los niños venir, y no se lo estorbéis; porque de los tales es el Reino de Dios. 15 De cierto os digo, que el que no recibiere el Reino de Dios como un niño, no entrará en él. 16 Y tomándolos en los brazos, poniendo las manos sobre ellos, los bendecía. 18 Y Jesús le dijo: ¿Por qué me dices bueno? 19 Los mandamientos sabes: No adulteres. No mates.

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