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Actualizado: 28 de junio de 2025


El carretero, que vio la determinación de aquella armada fantasía, le dijo: -Señor mío, vuestra merced sea servido, por caridad, dejarme desuncir las mulas y ponerme en salvo con ellas antes que se desenvainen los leones, porque si me las matan, quedaré rematado para toda mi vida; que no tengo otra hacienda sino este carro y estas mulas.

Salió una voz del tumulto gritando: «¡Pedro, que matan á tu primoEl mayordomo partió como un rayo, y vibrando su nudoso garrote empezó á repartir palos lindamente. Pronto trazó el miedo un círculo espacioso en torno suyo. Las mujeres se cogían á la cintura de los campeones, queriendo sujetarlos. La condesa, al igual de ellas, también trataba de contener á Pedro vertiendo lágrimas de susto.

-El pobre honrado, si es que puede ser honrado el pobre, tiene prenda en tener mujer hermosa, que, cuando se la quitan, le quitan la honra y se la matan. La mujer hermosa y honrada, cuyo marido es pobre, merece ser coronada con laureles y palmas de vencimiento y triunfo.

979 hasta que, tanto aguantar el rigor con que lo tratan o se resierta, o lo matan, o lo largan sin pagar. 980 De ese modo es el pastel, porque el gaucho -ya es un hecho- no tiene ningún derecho, ni naides vuelve por él. 981 ¡La gente vive marchita! Si viera cuando echan tropa: les vuela a todos la ropa que parecen banderitas.

11 La presumida y la hermosa, de D. Fernando de Zárate. 12 Celos aun del aire matan, de D. Pedro Calderón. 1 Varios prodigios de amor, de D. Francisco de Rojas. 2 San Francisco de Borja, de D. Melchor Fernández de León. 3 Dios hace justicia á todos, de D. Francisco de Villegas. 4 Yo por vos y vos por otro, de D. Agustín Moreto.

E esto pataba en el año de Nuestro Senyor de mil cuatrociensos y doceCuando concluyó el señor Soraberri, miro a través de sus anteojos a sus dos oyentes. Martín no se había enterado de nada; Tellagorri dijo: , esos Ohandos es gente palsa. Mucho ir a la iglesia, pero luego matan a traición.

Al hacerse de día, en mitad de la marcha, vio a su hijo, con cara de moribundo, manchado de sangre, con todo el aspecto de un asesino que huye. Le dolía contemplar a su Fermín en tal estado, pero el caso no era para desesperarse. Al fin, era un hombre, y los hombres matan muchas veces sin dejar de ser honrados.

Pero las flores, muchísimo menos amorosas Que esas santas llamadas las madres de los hombres, De la gentil chiquilla y su beldad celosas Acordaron matarla, señor, aunque te asombres. Que a veces la flor mata, como matan las leyes, Así sean las víctimas diosas o hijas de reyes, Así el verdugo luego grite arrepentimiento.

Para matar á este animal, los indios usan de esta traza: júntanse muchos, y levantando una estacada, se meten dentro de ella, desde allí hacen gran ruído y estrépito para llamar á aquellos animales, y mientras ellos de fuera procuran echar por tierra la empalizada, los indios, mirando por las rendijas, los flechan y matan á su salvo.

ARR. ¿Sólo hablar? ¿Qué te dijo? ALARA. Que si hubiera Sabido que era mujer Tuya, se dejara arder Primero que me escribiera. ARR. Mas, paso, di la verdad, Perra, que te mataré. ALARA. ¡Ay, que me matan! NARV. ¿Podré, Nuño, sufrir tal crueldad? NU

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