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Actualizado: 15 de julio de 2025


Francia e Inglaterra estuvieron un siglo aprendiendo de nuestros marinos el arte de navegar; Holanda y Portugal no hicieron sino seguir nuestras huellas; la gran República de Venecia, única potencia que estaba en condiciones de hacer tanto como nosotros, consideró con estrechez de miras el descubrimiento del Nuevo Mundo: Mare nostrum podían decir todas las naciones latinas contemplando el Mediterráneo: sólo España se atrevió a exclamar contemplando el Océano, ¡Plus Ultra!

Durante estas poesías y las otras que siguieron, el caballero de las patillas no dejaba de gritar de cuando en cuando, al final de las estrofas: «¡Olé! ¡Viva tu mare!», dando el consabido porrazo en el suelo con el enorme roten que empuñaba. Yo cada vez estaba más escamado de él, y por encima de las cuartillas que tenía en la mano le echaba miradas, ora de temor, ora de recriminación.

y yo somos chavales, somos juertes y podemos dormí en el corral». Y la gachí no quiso y me echó a la caye; y yo no lo sentí, porque me quedaba con mi mare y mi primo, y valen más ellos ¡ay! que toas las jembras del mundo... He tenío las novias a osenas, he estao a punto de casame, me gustan las mositas... pero quiero a Mari-Crú como no quedré en jamás a denguna mujer... ¿Cómo explicar esto a su mersé, que sabe tanto?

Cuando, a la puerta de un hotel, alguna viajera ávida de «color local» hablaba con los pequeños toreros, admirando sus coletas y el relato de sus heridas, para acabar dándoles dinero, Chiripa decía con tono sentimental: No le usté a ese, que tié mare, y yo estoy solito en er mundo. ¡El que tié mare no sabe lo que tiene!

Todas las aguas del planeta vieron á Mare nostrum dedicado á los transportes más raros. Gracias á él ondeó la bandera española en puertos que no la habían visto nunca. Hizo viajes por los mares solitarios de Siria y Asia Menor, ante costas donde la novedad de un buque con chimenea hacía correr y aglomerarse á las gentes de los aduares.

Ella sabía más de esto que todos los médicos juntos; y después de mirar largamente el abultado abdomen, contrayendo los ojos y sacando los arrugados labios en forma de trompeta, dijo con certeza: Va a ser una churumbela más grasiosa y requetesalá que su propia mare. Dende aquí la veo.

Por primera vez conseguía llorar, y esto pareció darle cierto alivio. La presencia del piloto le devolvía á la vida; se aglomeraron en su memoria los olvidados recuerdos de negocios y viajes. Tòni resucitaba todas las energías del pasado; era como si el Mare nostrum viniese en busca de él. Sintió vergüenza y remordimiento.

Al verse solo en este compartimiento, que llevaba hacia Nápoles las huellas y el perfume de la ausente, Ulises se sintió desalentado, como si viniera de un entierro, como si acabase de perder un sostén de su vida. Se presentó á bordo del Mare nostrum lo mismo que una calamidad.

Se haría naviero, adquiriendo nuevos barcos, y poco á poco, por la necesidad de vigilarlos de cerca, acabaría reanudando sus viajes... ¿Para qué abandonar, pues, el Mare nostrum? Sintió que se realizaba en su interior una profunda revolución moral al preguntarse con angustia qué es lo que había hecho hasta entonces. Le pareció un desierto toda su existencia anterior.

Adoraba el mare nostrum lo mismo que el médico Ferragut, pero su entusiasmo no prestaba atención á las naves fenicias y egipcias que con sus quillas habían arado por primera vez estas olas. Igualmente saltaba distraído sobre las trirremes griegas y cartaginesas, las liburnas romanas y las monstruosas galeras de los tiranos de Sicilia, palacios á remo con estatuas, fuentes y jardines.

Palabra del Dia

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