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Actualizado: 22 de julio de 2025


No solamente no admiraba los modales distinguidos de las señoritas de Moscoso ni la severa etiqueta que se usaba en aquella noble mansión, sino que la infringía á cada instante con inocente osadía. Le habían puesto maestros y maestras; gramática, historia, francés, música, labores, todo esto querían las nobles señoras que aprendiese en poco tiempo.

La señora de Montauron, que profesaba a la soledad cordialísimo aborrecimiento, concedía a sus amigos la más amplia hospitalidad en su campestre mansión, aunque, habiendo resuelto que aquel año de 1875 marcaría el fin del celibato de su sobrino, extendió aún más sus invitaciones en esta jornada, poniendo en la confección de las listas de convite los más diplomáticos cuidados.

Una hora después subió Ojeda a las cubiertas superiores. El buque, al inmovilizarse, parecía otro. Había perdido el aspecto de mansión cerrada y bien calafateada que tenía en los días anteriores. Puertas y ventanas estaban abiertas, dejando entrar a chorros, junto con el sol, un aire cargado de efluvios de vegetación caliente.

Su tipo es la frescura risueña. Allí falta la grandeza que caracterizó la Alhambra. Por eso, al salir de la antigua mansion de Don Pedro el Cruel, se siente pesado y desagradable el aire de la calle y se lleva una dulce impresion, pero no se experimenta esa tristeza que acompaña al viajero al alejarse de los sitios y los monumentos admirables de la vieja fortaleza de Boabdil.

La mansión, con frecuencia habitada por pintores, era bastante sencilla, pero dominaba el radiante valle del Sena, mientras que a sus espaldas desarrollábase el siempre grandioso panorama de París.

Veces veíala aparecer detrás de las vidrieras; veces, conviniéndose de antemano por intermedio de Casilda, salía de la ciudad e iba a sentarse sobre un canto, frente al lienzo de muralla que correspondía a su mansión, hasta verla asomar entre almena y almena. La víspera de la partida Ramiro pasó más de una hora en aquel sitio, esperando que Beatriz apareciera sobre la torre.

Se conocía que la dominaba un deseo secreto de ir sola a esa espléndida mansión de campo que era ahora de su propiedad, y que no quería que la señora Percival la acompañase. Si va a registrar la biblioteca, ¿no sería mejor, Mabel, que yo la acompañase y ayudara? le indiqué al fin. Esto es, por cierto, si usted me lo permite añadí disculpándome.

MANRIQUE. Leonor, respira, respira por piedad; yo te prometo respetar tu virtud y tu ternura. No alienta; sus sentidos trastornados... me abandonan sus brazos... no, yo siento su seno palpitar... Leonor, ya es tiempo de huir de esta mansión, pero conmigo vendrás también.

La cuadra se llenaba de sombra; pero la hija del escudero no tardó en presentarse, protegiendo con su mano las llamas de un dorado velón, y alumbrada ella misma como imagen entre cirios. En pocos años, la letárgica mansión habíase convertido en la más visitada y rumorosa de Avila del Rey.

La puerta de la mansión de los justos era de oro, tenía luceros en vez de clavos, y junto a ella, sentado en una nubecilla, estaba San Pedro jugueteando con las llaves, aburrido, porque se le pasaban horas y horas sin tener que abrir a nadie.

Palabra del Dia

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