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Actualizado: 22 de julio de 2025


Yo soy la Princesa y estoy sentada en la torrecilla de la antigua mansión; el renombre de mi hermosura se ha extendido de tal modo en la comarca, que el hijo del Rey se ha decidido a venir, escoltado por lo más selecto de sus cortesanos, para verme y pedir mi mano al viejo caballero, mi padre.

En aquella aparición, creí yo ver algo más que la morada de la dicha, algo más que el Olimpo, mansión de los inmortales. Pero una nube maliciosa cerró de nuevo la salida por donde había yo visto la montaña. Halléme de nuevo entre viento, nieve y lluvia y consoléme con decir: ¡un Dios se me ha aparecido!

Por ella supo don Alonso que, en la tarde del 21 de octubre, un hato de ministros de justicia había invadido su mansión, penetrando en todas las cuadras, revolviendo armarios y arcones, descajonando hasta el último escritorio y concluyendo por llevarse un gran fajo de papeles y un sello de amatista con las armas de Bracamonte.

Me levanté muy temprano al siguiente día, y acto continuo emprendí el camino que llevaba al castillo del duque de C..., inmensa y gótica mansión en la que no hubiera reparado siquiera, a encontrarme todavía impresionado por la narración de la víspera.

Ya rayaba la aurora de mi felicidad, quando una marquesa vieja, á quien habia cortejado mi príncipe, le convidó á tomar chocolate con ella, y el desventurado murió al cabo de dos horas en horribles convulsiones; pero esto es friolera para lo que falta. Desesperada mi madre, puesto que mucho ménos desconsolada que yo, quiso perder de vista por algun tiempo esta funesta mansion.

Y no solo durante las tres horas y media que consagraba diariamente al desempeño de mis deberes en la Aduana sentía aquella especie de parálisis, sino que me acompañaba en mis paseos por la orilla del mar y por los campos, cuando, lo que no era frecuente, buscaba el vigorizador encanto de la naturaleza que tanta frescura y actividad de pensamiento me infundía desde el instante que traspasaba el umbral de la Antigua Mansión.

La escuchó atónito, dejó escapar un suspiro de galeote recién sujeto al banco, y tendió la vista por la oscura mansión estanqueril, como debió de hacer, al verse abandonado de sus verdugos, aquel príncipe faraónico a quien sepultaron vivo en las entrañas de la gran pirámide. Tal fin tuvieron los desórdenes quintinescos, y es fama en el barrio que jamás ha vuelto el pobre viejo a salir solo.

Fué la primera hará cosa de tres ó cuatro años cuando, sin motivo justo que lo excusara, ni razón de ninguna especie que pudieran imaginar el benévolo lector ó el autor intruso, obsequié á aquel con una descripción de mi género de vida en la profunda quietud de la "Antigua Mansión."

Al salir de la Antigua Mansión, fué principalmente este extraño, apático y triste apego á mi ciudad natal, lo que me trajo á desempeñar un empleo oficial en el gran edificio de ladrillos que he descrito, y servía de Aduana, cuando hubiera podido ir, quizá con mejor fortuna, á otro punto cualquiera. Pero estaba escrito.

El palacio de los condes de Onís merece especial mención en esta historia. Era un edificio antiquísimo, el más antiguo de la ciudad en unión de algunos restos de la primitiva basílica que aún quedaban en pie. No se había salvado otra cosa del horroroso incendio que en el siglo XIV había destruido la población. Su aspecto más era de fortaleza que de mansión.

Palabra del Dia

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