Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 2 de mayo de 2025
Con sus amigos León y Rafael. ¿Nadie más? Nadie más, hombre. ¿Me vas a examinar? Es que yo he sabido que ha estado también Manolito Dávalos. El duque no lo sabía. Quiso sacar de mentira verdad. Cierto: también ha estado Manolo replicó con indiferencia. Bueno, pues será la última vez dijo mordiendo con rabia el cigarro.
Ahora veo a mi hija Manolita, que también sale en camisa... ¡Calle, también se ha despertado Paquito!... ¡No te he dicho que todos iban a recibir un susto!... Pero se van a constipar si andan de ese modo más tiempo... No toques más Juan, no toques más. Cesó el estrépito infernal. Vamos, Adela, Manolito, Paquito, abrigaos un poco y venid a dar un abrazo a mi hermano Juan.
A su lado estaba otra figurilla menuda de hombre que la tenía cogida de la mano. El obispo les estaba echando la bendición. ¡Más cuál sería su asombro cuando aquel hombrecillo dio la vuelta! ¡Qué Jesucristo ni qué calabazas! El que se casaba con María era ni más ni menos que Manolito López, aquel chiquillo tan insolente y antipático.
Entre copa y copa de borgoña, entre bocado y bocado de salmón con mayonesa quedaron todas perfectamente arregladas. Manolito no terciaba en la conversación.
Manolito quedaba algunos momentos turbado, como si hallándose navegando por los mares del Polo viese de improviso llegar hacia él una enorme montaña de hielo, pero no tardaba en reponerse, exclamando para sus adentros: «¡Qué disimulada es esta chica!» Y aunque los balcones se cerrasen inmediatamente con chirrido desdeñoso y permaneciesen tapiados todo el día, Manolito no dejaba de pasear arriba y pasear abajo, atrincherado siempre en su convicción de que por los intersticios de las cortinas unos ojos extáticos y húmedos de amor le clavaban mil saetas apasionadas.
Hubiera necesitado Manolito que el brillo del diamante brasileño y el de todos los de las coronas reales europeas, el de los mares y el de los astros viniera a refugiarse a ellas para quedar enteramente satisfecho.
El joven marqués, desde un diván donde yacía solitario, contemplaba sin pestañear en extática adoración a su ex querida. Ven acá, Manolito; acércate un poco, hombre le dijo León. ¿Para qué? preguntó el marqués aproximándose con semblante avergonzado. Para que charlemos un poco.... Y para que estés cerca de lo que más quieres.... Haces bien en estar enamorado de esta barbiana. Todo se lo merece.
Quiero decir que, como zapatero, no tengo preferencias políticas, sino como ciudadano. La ciencia zapateresca ignora las cláusulas políticas; por eso es analfabética. Yo, lo mismo hago botas de monte y campo, que botas de montar o zapatos higuelife. También confecciono calzado para religiosos y sacerdotes; ahí ve usted, don Manolito. Esas botas no me sirven.
El defecto que en su casa le señalaban era el de ser un poco terca. No era posible, pues, una antítesis más perfecta. Si así no fuese, Marta hubiera llegado a querer a Manolito, porque su temperamento repugnaba la mudanza lo mismo en los muebles del cuarto que en los sentimientos de su corazón.
¡A mí con ingleses!... ¿Tú no sabes, Manolito, que todos los meses tengo que renovar el timbre de la puerta de mi casa porque lo gastan ellos de tanto tirar?... Pero yo lo tomo con más filosofía. Lejos de disgustarme, experimento una gran satisfacción cada vez que viene a visitarme un acreedor, porque es la prueba de que soy un buen hijo, de que cumplo la última voluntad de mi padre.
Palabra del Dia
Otros Mirando