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Deducen de aquí malignos o apasionados escritores que don Francisco se sintió lastimado en su amor propio, y que por tan pueril quisquilla se vengó del Inca haciéndole degollar.

Muchas veces empeñan hasta sus mugeres é hijos á los españoles, por aguardiente con que se embriagan, y matan unos á otros; sucediendo rara vez que la parte ofendida aguarde largo tiempo la ocasion de vengarse. Las viruelas introducidas en este país por los europeos, causan mayores estragos entre ellos, que la peste, desolando villas enteras con sus malignos efectos.

...Y cuando dentro de unas horas salga el sol, el mundo verá correr por sus campos los cuatro jinetes enemigos de los hombres... Ya piafan sus caballos malignos con la impaciencia de la carrera; ya sus jinetes de desgracia se conciertan y cruzan las últimas palabras antes de saltar sobre la silla. ¿Qué jinetes son esos? preguntó Argensola. Los que preceden á la Bestia.

El cabecilla de don Carlos le miró con una especie de curiosidad burlona, con la compasión desdeñosa con que los viejos miran casi siempre las ilusiones y los arrebatos de la juventud. Durante algún tiempo le dejó trabajar libremente en la viña del Señor; la inocencia y la bondad de Gil apagaban sus instintos malignos.

-Todo es artificio y traza -respondió don Quijote- de los malignos magos que me persiguen, los cuales, anteviendo que yo había de quedar vencedor en la contienda, se previnieron de que el caballero vencido mostrase el rostro de mi amigo el bachiller, porque la amistad que le tengo se pusiese entre los filos de mi espada y el rigor de mi brazo, y templase la justa ira de mi corazón, y desta manera quedase con vida el que con embelecos y falsías procuraba quitarme la mía.

El silencio pertinaz de la monja me dejó avergonzado. Hubiera preferido una de aquellas salidas burlonas en que era maestra. Pero no se hizo esperar. Doblando el cuerpo y acercando la cabeza a la del muchacho para acariciarle, le dijo con tonillo ligero: ¿Te duele la mano, pobrecito? ¡Bien empleado te está, por dársela a gente que tiene los malignos en el cuerpo! Aquella burla no me mortificó.

Que yo te vea; que yo sepa que estás cerca de ...» Durante el concierto, los ojos de ella fueron de ventana a ventana, y al reconocer entre las cabezas del público exterior la cara de Fernando, enviábale por encima de su abanico sonrisas acariciadoras, besos apenas marcados con un leve avance de los labios, guiños malignos que comentaban la marcha del concierto y los errores de los ejecutantes.

Otros, más malignos, suponían un suicidio por decepciones amorosas. Muchos pretendieron establecer una relación entre esta noticia, anunciada con grandes rótulos de plana entera, y otra más humilde, sin grandes títulos, que había que buscar en la última página de los diarios, haciendo saber que el Padre de los Maestros estaba en cama gravemente enfermo.

Huyó doña Rebeca con su paso menudo y cauteloso, y la hija la siguió a grito herido llenándola de injurias. Carmen, sola en la habitación, sintió que la duda quedaba todavía viva en su pecho; volvió los ojos a todos lados como para interrogar al misterio de su vida, y vió otros ojos turbados y malignos que se recreaban en su angustia.

Al contrario, con cierta complacencia feroz decía entre dientes: «Ya sabes adonde voy. ¡Rabia, antipático; rabiaAlguna vez, cuando estaba charlando con Joaquinita en un rincón, sentía posarse sobre sus ojos pequeñuelos y malignos. Mas al levantar la cabeza hacia él los separaba inmediatamente. En estos días, la segundogénita de Anguita me dio una noticia que no dejó de causarme pena.