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Actualizado: 3 de julio de 2025
Hombre, eso es importantísimo dijo Malespina , aunque no me coge de nuevo, porque ya tenía noticias detalladas de este suceso. ¿Que los franceses se sublevan contra Bonaparte? dijo la Marquesa . Dios les habrá tocado el corazón. Pero oigan ustedes estotra noticia añadió el artillero : «Toledo, 4.
Los marinos españoles opinan que nuestra escuadra no debe salir de la bahía, donde hay probabilidades de que venza. Mas el francés parece que se obstina en salir. Veremos dijo mi amo . De todos modos, el combate será glorioso. Glorioso, sí contestó Malespina . ¿Pero quién asegura que sea afortunado?
Mi primera intención, cuando vi que se trataba de trasbordar, fue correr al lado de las dos personas que allí me interesaban: el señorito Malespina y Marcial, ambos heridos, aunque el segundo no lo estaba de gravedad. Encontré al oficial de artillería en bastante mal estado, y decía a los que le rodeaban: «No me muevan; déjenme morir aquí».
Murió mucho después de que su hija se casara con D. Rafael Malespina, acontecimiento que hubo de efectuarse dos meses después de la gran función naval que los españoles llamaron la del 21 y los ingleses Combate de Trafalgar, por haber ocurrido cerca del cabo de este nombre.
Un amigo de casa, que nos visita todos los días, D. José María de Malespina, también recibió un ligero rasguño en la mano derecha al ocultarse detrás de un armario. ¿Y las señoras? Oí decir que una sobrinita de la Sra. Marquesa... o sobrinita de Su Excelencia, no estoy bien seguro, había venido de Madrid con objeto de acompañarlas. No contestó Amaranta, mirando al suelo.
Acerqueme al grupo de donde salía aquella charla retumbante, que dominaba las demás voces, y quedé asombrado, reconociendo al mismo D. José María Malespina en persona. Corrí a él para decirle que estaba su hijo, y el buen padre suspendió la sarta de mentiras que estaba contando para acudir al lado del joven herido.
Como yo servía la mesa, pude oír la conversación, y entonces conocí mejor el carácter del viejo Malespina, quien si primero pasó a mis ojos como un embustero lleno de vanidad, después me pareció el más gracioso charlatán que he oído en mi vida.
¡Y usted se atribuye la invención! dijo con sorna Malespina . Pero, hombre de Dios, si los asturianos fueron los primeros que en tal cosa pensaron, y desde el 30 de mayo salieron de Gijón mis queridísimos amigos D. Andrés Ángel de la Vega y el vizconde de Matarrosa, hijo del conde de Toreno... ¡Bah, bah!... Estos diplomáticos han perdido la chaveta.
También había correspondencia larga, y lo peor del caso es que yo era el correo de los dos amantes. ¡Aquello me daba una rabia...! Según la consigna, yo salía a la plaza, y allí encontraba, más puntual que un reloj, al señorito Malespina, el cual me daba una esquela para entregarla a mi señorita.
«Desde que salimos de Cádiz dijo Malespina , Churruca tenía el presentimiento de este gran desastre.
Palabra del Dia
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