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Actualizado: 26 de junio de 2025


Muchas veces esto es sofisma, porque aunque el Maestro haya puesto por su parte todo el cuidado, y aplicacion necesaria para el buen gobierno del Discípulo, puede la mala inclinacion de este, ó las malas compañías, ú otras cosas, que á veces los Maestros no pueden estorbar, haberle precipitado.

Con él y con el burrero charló un rato antes de subir, y ambos le dieron dos noticias muy malas: que iba a subir el pan y que había bajado mucho la Bolsa, señal lo primero de que no llovía, y lo segundo de que estaba al caer una revolución gorda, todo porque los artistas pedían las ocho horas y los amos no querían darlas.

¡Vaya Vd. con Dios, Padre! y desapareció bruscamente en la espesura. ¡Dios bendiga tu primer paso en la senda del bien, hijo! repuso en recia y conmovida voz el Cura, y salve tu alma, que pierdes entregándola á tus malas pasiones.

En efecto, Maximina abrió más los ojos manifestando gran sorpresa; exigió que el joven se lo jurara, y una vez hecho el juramento, un rayo de alegría iluminó su semblante. ¡Pero qué malas son esas chicas! exclamó cruzando las manos. ¿No tendrán miedo que Dios las castigue?

La embriaguez por ejemplo, y otras malas acciones que es difícil detallar ante ti. Adelante. ¿Y no hay más? Secuestro de la mujer, privación de alimentos, negativa de dinero.... ¡Todo eso es estúpido! Otra cosa.... Negativa del marido á habitar con la mujer.... ¡Ah! ¡Ah! Esto pudiera ser ... con un poco de habilidad ... pero seria muy difícil ... ¡Se aman!

Sin duda alguna, le temía al Ceco. Y ciertamente que tenía razón de temerle exclamó fray Antonio, con sus obscuros ojos brillantes, vueltos hacia los míos en medio de la semiobscuridad. El Ceco no es un individuo fácil de manejar. Pero ¿con qué fin ha ido a Londres? le pregunté. ¿Acaso ha ido con malas intenciones?

¿No es verdad, señora, que á pesar de las malas ideas que teníais respecto de mi, me habéis creído enteramente, habéis confiado, y que después, en razón de vuestra confianza, habéis variado vuestro propósito hacia y habéis consentido en que hablemos juntos á vuestra noble prima? No, no lo puedo negar; todo esto es cierto, certísimo.

No son malas, señor Francisco, no son malas; guardadme una para más tarde; pero yo ahora me llevo conmigo al señor Juan Montiño. Como que le espera nada menos que don Francisco de Quevedo, y para asuntos muy importantes. ¡Oh! pues si don Francisco de Quevedo me espera, tío, necesario será que vaya. Iremos todos dijo el cocinero.

Miguelina se dejó caer en una silla, gimiendo con voz doliente: Eso no impedirá a las malas gentes charlar de nuevo al verle en mi casa.

Su alma de coleccionista era capaz de los mayores heroísmos para evitarlo. Cada día aportaba una ola nueva de malas noticias. Los periódicos decían poco; el gobierno hablaba con un lenguaje obscuro, que sumía el ánimo en perplejidades.

Palabra del Dia

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