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Actualizado: 26 de mayo de 2025


De las tres ventanas se divisan igualmente tiendas de especieros, de fabricantes de garruchas, vendedores de bebidas malas, y de velas para embarcaciones. Delante de las puertas de dichas tiendas generalmente se ven grupos de viejos marineros y de otros frecuentadores de los muelles, personajes comunes á todos los puertos de mar, charlando, riendo y fumando.

Viendo Sancho que sacaba tan malas veras de sus burlas, con temor de que su amo no pasase adelante en ellas, con mucha humildad le dijo: -Sosiéguese vuestra merced; que, por Dios, que me burlo.

Por este tiempo la Reina, siempre opuesta a las malas artes con que gobernaba el privado, arreció en su empeño de derribarle procurando que Felipe IV sacudiera la vergonzosa tutela en que vivía.

¡Vamos, don Mariano lo interpeló éste que me atropella usted!... Anda usted distraído... Las malas lenguas dicen que está usted enamorado, y casi me siento en disposición de creerlo... Levantó Vázquez la cabeza.

¿Y piensas que aquí, entre mi tutor y tu tía, podremos escapar á los disturbios y á las malas influencias? Creo que no. Entonces, deduce misma la consecuencia. La joven permaneció un instante pensativa y con la rubia cabeza inclinada y algunas lágrimas rodaron por sus ojos. Después murmuró: ¡Es preciso huir!

¡Agua!... Barcos iban por los ríos de Andalucía hasta muy tierra adentro, mientras en sus orillas los campos se resquebrajaban de sed. ¿No era mejor que los hombres hicieran fructificar el suelo y comiesen con la hartura de la abundancia, aunque los barcos descargasen en los puertos de la costa? ¡Agua!... que les diesen los campos a los pobres y ellos la traerían a buenas o a malas, impulsados por la necesidad.

Malas lenguas han dado en propalar que el Conde, al casarse con ella, no tuvo en cuenta sino su negocio. Nada de amor. La condesa se casó casi niña, excitada a ello por su madre, y sin comprender toda la trascendencia de aquel paso.

Las casas madrileñas son malas y son caras porque son pocas. Claro que el Gobierno podría intervenir en este asunto; pero yo confío más en una nueva epidemia que reduzca a un cincuenta por ciento la población de nuestra capital. ¡Las casas de Madrid! Hace tiempo que yo me lancé a buscar una, y no recuerdo haber experimentado jamás mayores vejaciones.

En esa carta le decía entre otras cosas: «¿Pero cómo ir al Cayo de mi propia voluntad como pedigüeño de fama que va a buscarse amigos, o como solicitante, cuando quien ha de ir en , es un hombre de sencillez y de ternura, que tiembla de pensar que sus hermanos pudieran caer en la política engañosa y autoritaria de las malas Repúblicas?

10 En esto son manifiestos los hijos de Dios, y los hijos del diablo; cualquiera que no hace justicia, y que no ama a su Hermano, no es de Dios. 11 Porque, esta es la anunciación que habéis oído desde el principio: Que nos amemos unos a otros. 12 No como Caín, que era del maligno, y mató a su hermano. ¿Y por qué causa le mató? Porque sus obras eran malas, y las de su Hermano eran justas.

Palabra del Dia

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