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Actualizado: 26 de junio de 2025


Todos los testigos tenían el convencimiento, la casi seguridad de que, no sólo el tiro de Arturito, sino también el del gaucho, tan malas y tan cargadas estaban las pistolas, iban a perderse en el aire.

Si no por las buenas, por las malas tendría que quedarse aquel día en la cama, y el siguiente, y el otro, y todo el tiempo que durase el temporal de nieve. Había que evitar a todo trance los enfriamientos... Después, ya se vería.

A nadie contrariaba; con nadie reñía; tenía el talento de saber callar, siempre temeroso de que le conocieran, empeñado en ser un arcano para todos, sonriendo, poniendo paz, tratando de conciliar sus deseos y sus malas pasiones con los preceptos de la moral más severa, el cumplimiento de la ley divina con la utilidad y conveniencia propias.

En la naturaleza de esa niña, dijo tanto para como dirigiéndose á su compañero, no hay ni ley, ni reverencia por la autoridad, ni consideración á las opiniones y costumbres de los demás, sean buenas ó malas.

8 Si violencias de pobres, y extorsión de derecho y de justicia vieres en la provincia, no te maravilles de esta licencia; porque alto está mirando sobre alto, y uno más alto está sobre ellos. 14 las cuales se pierden en malas ocupaciones, y a los hijos que engendraron nada les queda en la mano.

Mas aunque aplaudían la idea de la manifestación, no encontrando otra mejor para el fin propuesto, ninguno quería echar el cascabel al gato; esto es, ninguno quería llevar la palabra ante el P. Prior, cuyas malas pulgas tenían presentes.

Sus impresiones no habían sido malas, y aunque no tenía bastantes datos para formar juicio del verdadero carácter de la prójima, podía anticipar, fiado en su experiencia, en su buen ojo y en un cierto no que, presunciones favorables. Con esto la curiosidad de doña Lupe se acaloraba más, y ya no podía tener sosiego hasta no meter su propia nariz en aquel guisado.

El palacio del rico y el cuarto numerado del pobre abrían con igual amor sus puertas a aquel enemigo del escándalo, a aquel trabajador incansable de la viña del Señor, a aquel guerrero de la moral cristiana, a aquel perseguidor de las malas costumbres.

-Muy filósofo estás, Sancho -respondió don Quijote-, muy a lo discreto hablas: no quién te lo enseña. Lo que te decir es que no hay fortuna en el mundo, ni las cosas que en él suceden, buenas o malas que sean, vienen acaso, sino por particular providencia de los cielos, y de aquí viene lo que suele decirse: que cada uno es artífice de su ventura.

Señora mía dijo el sacerdote con impaciente franqueza, ávido de aclarar las cosas . Yo no le traigo a usted noticias buenas ni malas de la persona por quien llora, ni qué persona es esa, ni en qué se funda usted para creer que yo... Dispénseme, Sr. D. Romualdo.

Palabra del Dia

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