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Conque daos prisa y venid, que os espera la dama más hermosa que se tapa con guardainfante. ¡Ah, mal engendro! ¡injerto de dueña en cuerpo de sapo!... ¿qué me querrás que bueno sea?... Mas ahora recuerdo... en efecto... doña Clara Soldevilla tiene el malísimo gusto de hacerse servir por ti: si es ella quien me llama, huélgome, porque si ella no me llamara iría yo á buscarla.

Sobre la chimenea, un reloj de bronce muy elegante alternaba indignamente con dos perros de porcelana dorados, de malísimo gusto, con las orejas rotas. Las láminas de las paredes estaban torcidas, y una de las cortinas desgarrada; el piso lleno de manchas; la lámpara colgante con el tubo ahumadísimo.

Contrariedad tan inesperada parecía anunciar malísimo éxito a las tentativas generosas de Salvador, porque los prisioneros de Estella estaban ya condenados a muerte. Pero no desmayó por esto, y se puso en marcha para Pamplona, siguiendo a la brigada vencedora.

Parecióle la broma a Currita de malísimo gusto y contestó muy picada: ¡Qué delicia!... ¿Y soñarías sin duda con los angelitos?... Algo había de eso, porque soñaba contigo... Guardóse muy bien Currita de pedirle la interpretación del sueño, mas la Valdivieso, con su importunidad acostumbrada, dijo muy gozosa: ¡Vaya una coincidencia!... ¿Y qué soñabas?...

Nadie sabía lo rico que él era, y esta vez no se podría dudar de su fortuna viéndole alternar con los más grandes y tirar el dinero á manos llenas. El temor, sin embargo, se volvió á apoderar de él. Nunca había navegado más que para ir del Havre á Trouville y de Calais á Douvres, y aun en estas cortas travesías había tenido tiempo para sentirse malísimo.

Los altares católicos y capillas construidos en el centro han destruido completamente la inmensa perspectiva de todo el conjunto de naves; han suprimido muchas columnas y naves reemplazándolas con bastiones de malísimo gusto; y han deteriorado por precision los admirables artesonados de la techumbre y los preciosos é innumerables arabescos que adornaban las arcadas en herradura soportadas por las columnas.

De malísimo humor volvió aquella noche al Grand Hôtel el tío Frasquito: había aguantado dos horas el aristocrático aburrimiento del Círculo de la Unión, sancta sanctorum del Faubourg Saint-Germain masculino, en que tan escasos profanos logran entrada franca, y es, por lo mismo, objeto codiciado por todos los vanidosos ilustres.

Por último, dijo con malísimo humor: «¡Qué bien finge usted! Perdone vuecencia replicó Encarnación en el tono más cómico del mundo . Perdone vuecencia que no la hubiera conocido... Pero vuecencia tendrá que hacer diligencias y buscar papeles. Tengo papeles..., ¡y qué papeles! ¿Quiere vuecencia que le preste dos reales?..., porque tendrá que untar escribanos.

Lo que por ahora interesa conocer, es que los progresos de la civilización se acumulan en Buenos Aires sólo; la pampa es un malísimo conductor para llevarla y distribuirla en las provincias, y ya veremos lo que de aquí resulta.

, amigo mío, la conocí en el Conservatorio en la clase de Achard. Tenía una preciosa voz de mezzo-soprano, pero vivía en una continua juerga, y eso es malísimo para los órganos vocales.