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Actualizado: 31 de mayo de 2025
Así es que uno de los espíritus de la montaña son magos formidables que abrasan la hierba de los pastos, matan el ganado, malefician á los caminantes, cuando otros, en cambio, son seres benévolos, cuyos favores conquista una jarra de leche vertida ó un sencillo conjuro. Al buen genio se dirige el pastor para que acreciente sus rebaños con chotos y corderos vigorosos y perfectos.
Y la espada tiene que volver a su vaina, o cuando más, se emplea en alguna expedición colonial, apaleando negros o amarillos, todo para mayor gloria del dios que somete de este modo nuevos pueblos a su culto... Continuó Maltrana ensalzando la grandeza de estos magos modernos.
Caballero andante soy, y no de aquellos de cuyos nombres jamás la Fama se acordó para eternizarlos en su memoria, sino de aquellos que, a despecho y pesar de la mesma envidia, y de cuantos magos crió Persia, bracmanes la India, ginosofistas la Etiopía, ha de poner su nombre en el templo de la inmortalidad para que sirva de ejemplo y dechado en los venideros siglos, donde los caballeros andantes vean los pasos que han de seguir, si quisieren llegar a la cumbre y alteza honrosa de las armas.
En mis investigaciones ocultistas la figura de Poe se me ha aparecido repetidas veces. Poe fué el poeta de lo Invisible. El alcohol era el puente por el que cruzaba en dirección al astral. Todas las larvas, las almas de los magos negros, el espectro de los muertos, los vampiros y los incubos y sucubos demoníacos fueron amigos del poeta y le dictaron sus escaloriantes episodios de pesadilla. La doble personalidad fluídica de Poe convivió con ellos en esos reinos alucinantes y verdosos, donde las flores tienen hedor de putrefacción, danzan las almas de las brujas y se fraguan los infanticidios y los asesinatos sin causa, mientras el cuerpo del bardo, embrutecido, dormía la borrachera en cualquier callejuela de Rischmond o de Nueva York. Mister Valdemar desmoronándose en su espantosa podredumbre. Ligeia reviviendo en el cadáver de Mistress Rawena, el ojo terrible del gato negro y el corazón revelador, que resuena como el golpe de un reloj de pesadilla, parecen imaginación vivida en el plano lívido del astral. Poe vivió una subvida taumatúrgica. Tuvo el arte de dar a todos sus monstruos, terribles y grotescos, una armonía matemática, que pudiéramos llamar lógica de lo absurdo.
Sonajas y parches alzarán en coro frente a los belenes pastoril canción, y sobre el establo, una estrella de oro marcará la senda de la adoración. Son trozos de espejo los azules lagos, algodón las nubes, lo demás cartón; cruzarán un puente los tres Reyes Magos y ordenará Herodes la degollación...
En otro tiempo, los hechiceros y los adivinos eran los encargados de enseñar á los enfermos los manantiales donde encontrarían la salud ó el alivio de sus males; hoy los médicos y los químicos reemplazan á los magos de la Edad Media, indicándonos con mayor autoridad el agua bienhechora que nos ha de devolver las fuerzas y ha de darnos una segunda juventud.
Al verle don Simón a la luz de la fogata, con aquella cara, con aquel birrete de piel y envuelto desde el cuello hasta los pies en un capotón de monte, creyó estar contemplando a uno de los magos que él había visto salir alguna vez por escotillón en el teatro, entre llamaradas de resina.
Y, puesto que es de los encantadores, de los magos o mágicos contino dura la condición, áspera y fuerte, la mía es tierna, blanda y amorosa, y amiga de hacer bien a todas gentes. En las cavernas lóbregas de Dite, donde estaba mi alma entretenida en formar ciertos rombos y caráteres, llegó la voz doliente de la bella y sin par Dulcinea del Toboso.
Vences al cocodrilo en prudencia y al lince en perspicacia; pero, ¿cómo has sabido que Parsondes puede vivir aún, y que, si ha muerto, Nanar ha sido su asesino? ¿No han asegurado los magos que Parsondes está en el cielo? ¿No han descubierto los astrólogos en la bóveda azul una estrella, antes nunca vista, y no han reconocido en esa estrella el alma de Parsondes?
Salió don Juan vestido de viaje, tomó un coche, apeose cerca de la calle de Don Pedro, y por fin llegó al portal de la casa en que vivía Cristeta. No arribó Ulises a la deseada Itaca, ni vieron los Magos el sagrado pesebre poseídos de tan honda emoción como la que él sentía.
Palabra del Dia
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