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Actualizado: 22 de julio de 2025


Se hizo un silencio; pero el laconismo del ruso no fué de larga duración. Sintió la necesidad de expresar su entusiasmo por el soñador de la roca marina de Patmos. El poeta de las visiones grandiosas y obscuras ejercía influencia, á través de dos mil años, sobre este revolucionario místico refugiado en el último piso de una casa de París. Todo lo había presentido Juan.

En unos cuantos meses, no sólo han llegado a escasear todos los recursos, sino que la actitud de doña Manuela y de Leocadia esteriliza los pocos de que se puede echar mano. Un hecho hay que refleja lo que sucede: esa pobre señora ha llegado al extremo de faltar a su casa por la noche. En cuanto a Leocadia, ¡sabe Dios como acabará! pero se me figura que no se inclina al amor místico.

Habló casi con júbilo, empleando uno que otro gracejo místico al suplicar a su hijo que no hiciese esperar demasiado al Señor, y que, así como se hallase con fuerzas, montara, luego luego en el cuartago, camino de Salamanca. A vuesa merced, señor Canónigo, toca agora dar a esta alma el empellón que ha menester agregó con inusitada sonrisa, al retirarse.

«Por mi parte añadió D. Evaristo , haré todo lo que pueda para que esto cuaje. Si ello tiene que suceder. Es lo práctico, amigo mío; y ya que usted es tan místico, conviene que sea un poquito práctico... Por una casualidad intervengo yo en esto... Le advierto a usted que ella desea volver...». ¡Lo desea! exclamó Rubín, dejando caer el embozo. ¡Toma! ¿Ahora salimos con eso?

Y estos mismos poetas, en quienes rebosaba el profundo sentimiento religioso de su época, se consagraron al drama místico y lo elevaron á tal altura, que, entre los compuestos por ellos y los misterios y moralidades anteriores, hay la misma distancia que entre los de Shakespeare y las farsas de la Edad media.

Sobre el agujero negro, entre el bigote de seda de un castaño claro, se veía de vez en cuando la punta de la lengua, limpia y sana; los ojos, azules claros, grandes y dulces, buscaban, como los de un místico, lo más alto de su órbita; pero no por esto miraban al cielo, sino a la pared de enfrente, porque Reyes tenía la cabeza gacha como si fuera a embestir.

Pero a nosotros nos basta la esperanza de hallar alguna simpatía en el corazón de una madre, bajo el humilde techo del que sabe poco y siente mucho, o en el místico retiro de un claustro, cuando decimos que por nuestra parte creemos que siempre ha habido y hay para las almas piadosas y ascéticas, revelaciones misteriosas, que el mundo llama delirios de imaginaciones sobreexcitadas, y que las gentes de fe dócil y ferviente miran como favores especiales de la Divinidad.

El misticismo, que busca por camino más breve, a su Dios, en el abismo de nuestra propia alma, no aspirará a tenerle allí incomunicado. Su Dios estará en el abismo del alma, y en aquel centro se unirá el místico con Dios por estrechísimo lazo; pero Dios estará también por todo el universo, y todo

Sin quitarse el mantón, entró en el comedor y abrió, con la llave más gruesa de su llavero, el cajón bajo del aparador: había hasta tres pares de cubiertos de plata, envueltos en papeles de seda y en retazos de franela muy limpia: eran los últimos restos del antiguo esplendor de los Vargas, cuchillos y tenedores que, más de un bien cebado prior había manejado, en las comidas suculentas y frailunas del místico don Aquiles.

Goethe creía en Dios; pero su inclinación natural le llevaba a buscarle, no en el centro del alma, sino derramando el alma en la naturaleza, donde Dios se le revelaba. Era, pues, más teósofo que místico.

Palabra del Dia

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