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Actualizado: 22 de julio de 2025
Pero las dotes de Godofredo eran interiores y por lo mismo más sólidas. No sólo poseía alma pura y virginal y un cuerpo inmaculado, sino que su inteligencia, acalorada por el entusiasmo místico, producía hermosas obras, frescas y brillantes como las rosas de Mayo.
El abate Julio, en quien el autor retrató á cierto tío suyo clérigo, es hombre sencillo, indulgente, lleno de compasión hacia la humanidad y que olvida los latinajos de ritual junto al lecho de los moribundos; sus labios piadosos balbucean frases profanas, ingenuas, de un lirismo místico infinitamente dulce. «¡Pobre niña dice, que te vas al día siguiente de llegar!
El símbolo místico cayó en la misma orilla del arroyuelo, y á poco más lo habría hecho en el agua que le hubiera arrastrado en su melancólica corriente, agregando un nuevo dolor á la historia que constantemente estaba refiriendo en sus murmullos.
Cuando torna en sí, la amargura se ha enseñoreado de su alma: la privación del placer le ha hecho filósofo; pero la filosofía seca su corazón, y sediento de esperanza, se hace religioso y degenera en místico...
No fue ciertamente un místico: media un abismo entre la amorosa admiración a la Naturaleza que revelan sus cuadros y el desprecio del cuerpo, la envoltura carnal el vaso dañado, como le llaman las obras de los teólogos de aquel tiempo, y de cuya doctrina se hicieron intérpretes casi todos los pintores.
Arbol de vida, místico Madero donde reina el Señor de los señores, al pie de cuyas ramas el viajero mitiga del camino los ardores; lecho de las esposas del Cordero, centro de sus purísimos amores: ¡Oh dulce Cruz donde Jesús espira! ¿Quién no te adora, si una vez te mira?
Hablaba de repente, llamas de amor místico subían de su corazón a su cerebro, y el púlpito se convertía en un pebetero de poesía religiosa cuyos perfumes inundaban el templo, penetraban en las almas. Sin pensar en ello, Fortunato poseía el arte supremo del escalofrío; sí, los sentía el auditorio al oír aquella palabra de unción elocuente y santa.
El tenor miraba su cisne, como si allí no hubiese otro ser digno de atención, y en el místico ambiente fue desarrollándose un hilo de voz tenue, dulce, vagoroso, cual si viniera de una distancia invisible. ¡Mercè, mercè, cigno gentile!... ¿Qué fue lo que estremeció todo el teatro, poniendo de pie a los espectadores?
Volvió la cabeza, vio a Tablas con aires de capitán matón, armado de pistolas y cuchillo.... Entonces el hombre se sobrepuso bruscamente al asceta. Dentro de Gracián estalló una mina de indignación. No supo lo que hacía, y sus fuerzas hercúleas asumieron todas sus facultades, oscureciendo al filósofo, al místico, al clérigo, para revelar el gigante.
El espíritu práctico, que fue la característica del pueblo romano en la antigüedad, resurgió en oposición al espíritu místico y llegó a ser una característica de los pueblos que se plegaron a la Reforma, particularmente de los anglosajones, mientras el espíritu medioeval continuó siendo la característica de los pueblos que quedaron fieles al misticismo medioeval.
Palabra del Dia
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