Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 22 de julio de 2025
Ya verá mi tía si me hago yo místico, y tan místico, que dejaré tamañitos a los de aquí... ¡Oh!... mi niña adorada bien vale una misa.
Entonces, toda sofocada, a veces sudando como un río, con el cabello en desorden y las mejillas encarnadas, levantaba la bayeta y permanecía un rato contemplando su obra, los hermosos destellos que la luz producía en el objeto bruñido, con una satisfacción íntima y verdadera, con entusiasmo casi místico.
Héctor, encanijado y pusilánime, no contó hora de sosiego ni minuto sin quejido. Aquiles, no mucho más esponjado que Héctor, despuntó por místico en cuanto tuvo uso de razón, y emprendió, pocos años después, la carrera eclesiástica.
El estudio de Gil le causó gran sorpresa. Entre los muchos tenientes que habían desfilado por su casa no había tropezado con un místico hasta ahora. Hubo alguno aficionado al culto y a la oración, pero sin la ardiente piedad y el entusiasmo que éste mostraba.
Había una cómoda con un San Antonio de madera encima y dos candeleros de plata a los lados, que parecía exactamente un altar. Para que la semejanza fuese más completa, había también su pila de agua bendita. En aquel tabernáculo no podía alojar un hombre como los demás, sino un alma pura y virginal, una blanca paloma, un cordero místico, un San Luis Gonzaga o una Santa Catalina de Sena.
No entendió nada de la perfección humana en el seno de Dios, ni del vino que engendra vírgenes, ni del divorcio de la carne y el espíritu, ni del himeneo místico del alma y el Señor; pero, en cambio, la epopeya de la Pasión, narrada día por día, detalle por detalle, como vista de cerca, la impresionó mucho.
Sí, ella se lo había asegurado, el amor de los artistas era así, extremoso, loco en la voluptuosidad; pasaba por una dulcísima pendiente del arrobamiento ideal, cuasi místico, a la sensualidad desenfrenada.... En fin, él veía visiones; pero ¡qué hermosas, qué sabrosas!
D. Valentín no creo que sea hombre muy interior, espiritual y contemplativo; pero como tiene tanto miedo á su mujer y quiere darle gusto siempre, vive también á lo místico, apartado del trato humano, y yo le juzgo capaz de azotarse con unas disciplinas, no tanto por amor de Dios, cuanto por amor y por miedo de Doña Blanca. Don Fadrique escuchaba y callaba. No tenía humor de despegar los labios.
Entonces arrojó la pluma pecadora y se curó de toda tentación de meterla en donde no la llamaran; pero, en cambio, fue desde aquel momento un devoto, hasta lo místico, del arte en todas sus verdaderas manifestaciones, sin temores ni barruntos de que pudiera incurrir jamás en el feo vicio de profanarle con atrevimientos de aficionado, y con la lícita vanidad de ser el único español que, pudiendo, no había molestado a la paciencia pública con una sola «muestra de su menguado ingenio».
Entonces me perfeccioné por algún tiempo, se acabaron los disimulos y tuve la gran satisfacción de hablar repetidas veces con mi madre sin decir cosa alguna que no saliese de mi corazón. Raudales de verdad, de fe, de amor apacible y místico a los santos y santas brotaban de él.
Palabra del Dia
Otros Mirando