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Actualizado: 21 de julio de 2025


¡Adiós, patria adorada, región del sol querida, perla del mar de Oriente, nuestro perdido edén! a darte voy alegre, la triste mustia vida: si fuera más brillante, más fresca, más florida, también por la diera, la diera por tu bien. En campos de batalla, luchando con delirio, otros te dan sus vidas, sin dudas, sin pesar.

«Massenet, lo acepto pensó Miguel . Fué feliz, tuvo dinero, conoció la gloria en vida. ¡Pero Berlioz, que pasó sus años luchando con la propia pobreza y el desvío del público, haciendo guardia después de muerto á los millones del Casino!...» Luego miró más cerca, fijándose en la plaza que se abre ante el edificio. Un jardín redondo ocupa su centro.

El invito del rey san Fernando luchando con moros, Sevilla ganó, con el mundo en la mano derecha y en la otra la espada y en la otra el pendón. Un devoto por ir al rosario por una ventana se quiso tirar, y la Virgen María le dice: Detente devoto, por la puerta sal.

En esta época el cielo se cubre de parduzcas nubes, que luchando entre , efecto de sus encontrados fluídos, se desgarran con ensordecedor estruendo y continuado relampaguear, sembrando el terror en los habitantes, que á veces perecen á los efectos mortíferos del rayo.

¡Araceli! exclamó con súbita furia ¿quieres que te mate? Deseo acabar con alguien. Estoy dispuesto a darle a usted ese gusto. ¿Cuándo? Ahora mismo. ¡Ah! dijo riendo a carcajadas . Tiene la preferencia el Sr. D. Quijote de la Mancha. España, me despido de ti luchando con tu héroe. No importa. Después de las burlas pueden venir las veras.

En campos de batalla, luchando con delirio Otros te dan sus vidas sin dudas, sin pesar; El sitio nada importa, ciprés, laurel ó lirio, Cadalso ó campo abierto, combate ó cruel martirio, Lo mismo es si lo piden la patria y el hogar.

Yo soñaba que estaba luchando con el jabalí y decía a mi esposa que el animal tenía la cara de 70 horma y los colmillos de lesna, y esto es todo. El rey estaba satisfecho y su hija también y los dos esposos vivieron felices muchos años.

El señor de Maurescamp avanzó entonces a pasos mesurados, luchando evidentemente contra el desencadenamiento de sus pasiones; sin embargo, observado por todos, y bajo la impresión del silencio en que quedó todo el salón, consiguió moderar su impulso, y llegando donde estaba su mujer, díjole con voz ronca y contenida: Vuestro hijo está enfermo... Venid.

En este triste estado pasó el resto de su vida la infeliz reina en el palacio de Tordesillas, donde estuvo cuarenta y seis años luchando con lo que todos conocen, y no existiendo otra cosa en su imaginacion que la memoria de su adorado padre y los celos de su idolatrado esposo.

Luchando á brazo partido, con sus propias fuerzas, es casi seguro que Soledad hubiera dado buena cuenta de él. No; conmigo no se casará jamás, no habiéndolo hecho ya... Ya no me quiere... Son aprensiones tuyas. Velázquez te quiere, y tarde ó temprano se casará contigo. Decía esto para consolarla, pero sin creerlo.

Palabra del Dia

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