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Actualizado: 12 de junio de 2025
En las plataformas iban los de la Lonja, tratantes en trigo, molineros, gente campechana y amiga del estruendo, que, en mangas de camisa, botonadura de diamantes y gruesa cadena de oro en el chaleco, arrojaban a los balcones con la fuerza de proyectiles los ramilletes húmedos y los cartuchos de confites duros como balas, con más almidón que azúcar.
Podrá ser... Guillermina se despidió rogando a los dependientes que le cambiaran por billetes tres monedas de oro que llevaba. «Pero me habéis de dar premio les dijo . Tres reales por ciento. Si no, me voy a la Lonja del Almidón, donde tienen más caridad que vosotros». En esto entró el amo de la casa, y tomando las monedas, las miró sonriendo. «Son falsas... tienen hoja».
Lo mas notable por su mérito de composicion está en la escalera y los artesonados. La Lonja es, en su género; quizas el mas hermoso monumento que tiene España.
Catalina Lefèvre, que se hallaba comiendo apresuradamente una lonja de jamón, y a quien, sin duda, aquella conversación desagradaba, se volvió con rapidez y contestó: Eso quiere decir que, si nosotros tuviéramos la religión de usted, los alemanes, los rusos y todos esos hombres rojos podían meterse por las puertas de nuestras casas. ¡Es curiosa esa religión de usted; sí, curiosa y conveniente para los bribones!
Se pasaba horas enteras embobado, fija la vista maquinalmente en los racimos de uvas de cuelga que pendían del techo, o en los sacos de café hacinados en el ángulo más obscuro de la lonja, y sobre los cuales acostumbraba la difunta sentarse para hacer calceta.
Y subieron a la acera de la Lonja, pasando por entre los grupos de gente menuda que, con un dedo en la boca o hurgándose las narices, contemplaba respetuosamente los pastorcillos de Belén y los Reyes Magos hechos de barro y colorines, estrellas de latón con rabo, pesebres con el Niño Jesús, todo lo necesario, en fin, para arreglar un Nacimiento.
Todo es allí curioso, en términos que se siente la tentacion de comprar de todo para llevar un museo andaluz. En cuanto á mí, las impresiones fueron tan vivas que conservo mi museo en la memoria. Sevilla me ha quedado tan vivamente grabada en la imaginacion como si hubiera pasado allí mucho tiempo. La Catedral. El Alcázar. La Lonja. El Museo de pinturas. La Universidad. La Casa de Pilatos.
Vino á esta ciudad Julio César Fontana, ingeniero de S. M. y por su orden, para ver lo que se podía ahorrar en las obras y edificios de la Lonja y estudiar el remedio que debería oponerse á las continuas inundaciones.
Vagaban padre e hijo, aturdidos por el ruido de la venta, estrujados por los codazos de la muchedumbre, e insensiblemente, atraídos por una fuerza misteriosa, iban a detenerse en la escalinata de la Lonja, frente a la famosa fachada de los Santos Juanes. La original veleta, el famoso pardalòt, giraba majestuosamente. ¡Mia, chiquio, qué pájaro...! ¡Cómo se menea...! decía el padre.
Lo seguro es que lo sepa su mujer y lo mate de un sofocón.» Siguió muy cavilosa andando hacia su calle, y poco antes de llegar, como quien acaba de adoptar una resolución, entró en una lonja de ultramarinos, donde compró un pliego de papel y un sobre. «Es lo mejor pensaba , una marimorena espantosa, y se acabó.» Su plan era canallesco, pero terrible y de seguro resultado.
Palabra del Dia
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