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Actualizado: 16 de junio de 2025
Al llegar al patio de la casa, los portadores, seguidos de toda la gente de la aldea, subieron las cinco gradas de piedra, colocando a la entrada el ataúd; allí mismo, donde ella tenía costumbre de recibir todas las mañanas a los pobres y a los enfermos, distribuyendo alimentos, caldo, medicinas, ungüentos, trapos y vestidos, curando de rodillas las llagas de los heridos.
La gente se portó con mucha constancia, aunque unos á pocos dias iban ya descalzos, otros con ampollas en los pies, y otros con llagas, y los mas al sexto dia estaban estropeados.
Luego vienen ángeles cantando, que traen cinco timones con cinco llagas para dirigir una barca; también aparece el barquero infernal con su navecilla; la muerte arrastra Papas, cardenales, arzobispos, emperadores y reyes, los cuales al fin, y á pesar de las protestas de Caron, son llevados por los ángeles al paraiso.
En la sacristía de San Lorenzo existía en 1844 una Concepción de Luís de Vargas, y de su mano eran dos santos que estaban en un altar del Convento de Madre de Dios, el fresco del Juicio universal en el patio de la Misericordia y los dos cuadros del retablo de Santa María la Blanca, pintados en 1564 y representando el primero á Cristo muerto en los brazos de la Virgen, con otras figuras, y el segundo la Impresión de las llagas de San Francisco.
Andrajosos vestiglos amenazándola con el contacto de sus llagas purulentas, la obligaban, entre carcajadas, a pasar una y cien veces por angosto agujero abierto en el suelo, donde su cuerpo no cabía sin darle tormento. Entonces creía morir.
Cada una decía su oración alternativamente, y en todas ellas se repetían muchas veces corazón traspasado, dolores agudísimos, preciosísimas llagas, y otros superlativos que sonaban de un modo triste y temeroso en el silencio de la capilla. La hermana portera salió otra vez, y otra vez volvió a empuñar el cordel para tocar la campana.
Sancho, mostrando las llagas a la duquesa de su roto vestido, dijo: -Si esta caza fuera de liebres o de pajarillos, seguro estuviera mi sayo de verse en este estremo. Yo no sé qué gusto se recibe de esperar a un animal que, si os alcanza con un colmillo, os puede quitar la vida; yo me acuerdo haber oído cantar un romance antiguo que dice: De los osos seas comido, como Favila el nombrado.
No me gusta una gente tan excesivamente graciosa. Voy á buscar un pan, un pan que necesito, un pan que vale un sueldo; yo doy un sueldo del mismo modo que á mí me dan un pan; yo hago el favor que recibo; propiamente hablando, no hago favor ni me lo hacen, porque la mutualidad no es favor; porque no es favor el préstamo de la existencia: ¿por qué esas cuatro gracias que vienen á llenarme de melancolía, porque vienen á darme cuenta de profundas llagas sociales, en un pueblo que se llama tan civilizado? ¿Por qué esas gracias que convierten en un alarde ceremonial y mentiroso la fraternidad que nos debemos, la verdad eterna del hombre, porque es la verdad de la causa creadora, la verdad de Dios?
Mirar por la hacienda de vez en cuando; sondar sus llagas, y hasta ver por dónde se la puede hincar el diente sin producir otras nuevas ni enconar las antiguas, menos mal, y eso ya lo hacía ella por la cuenta que le tenía; pero reducirse, pero obscurecerse, pero arrumbarse cuando era viuda, cuando era libre, a lo mejor de la vida, cuando su estrella, cuando su sino o el mismo Lucifer encarnado en las gentes que debieron defenderla y ampararla, la habían arrancado del fondo de su alma, con horribles dolores, el sentimiento del bien, la noción de lo justo y de lo honrado, la conciencia entera..., hasta la idea de Dios, ¡qué locura!
Entré en mi casa menos contristado por la impresión de las secretas llagas que había tenido ocasión de ver, que humillado de mí mismo, por mi impotencia para llegar a nada práctico. Hallé a Oliverio esperándome; estaba cansado y aburrido. Vengo de casa de Agustín le dije.
Palabra del Dia
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