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A me falta tiempo para ser literato, así como me ha faltado para ser poeta, si es que hubiese podido serlo. Hubo un tiempo en que fuí poeta por vocacion, como Vd. me ha llamado en sus Viages, y cuando me acuerdo de esto, me digo á mismo, penetrado de una profunda melancolía: ¡Y yo tambien viví en Arcadia! Las poesías que va á leer, fueron escritas casi todas ellas á la edad de veinte años.

Leopoldina Pastor, varonil solterona que pasaba ya de los cuarenta, guapa y muy erudita, despachaba una buena ración de brioche milanaise, disputando con don Casimiro Pantojas, antiguo director de Instrucción Pública, académico de la Lengua y celebérrimo literato.

Un hombre literato, un compañero de infancia y de juventud de Quiroga que me ha suministrado muchos de los hechos que dejo referidos, me incluye en su manuscrito, hablando de los primeros años de Quiroga, estos datos curiosos: «que no era ladrón antes de figurar como hombre público; que nunca robó, aun en sus mayores necesidades; que no sólo gustaba de pelear, sino que pagaba por hacerlo y por insultar al más pintado; que tenía mucha aversión a los hombres decentes; que no solía tomar licor nunca; que de joven era muy reservado, y no sólo quería infundir miedo, sino aterrar, para lo que hacía entender a hombres de su confianza que tenía agoreros o era adivino; que con los que tenía relación los trataba como esclavos; que jamás se ha confesado, rezado ni oído misa; que cuando estuvo de general lo vió una vez en misa; que él mismo le decía que no creía en nada». El candor con que estas palabras están escritas revela su verdad.

Puedo decir que he tenido tanto éxito en los asuntos por tratados, que no he perdido ni un solo pleito. A pesar de tanto trabajo, aún me quedaba tiempo para asistir a las veladas literarias del excelente literato y cronista de la provincia don Juan Vila y del inspirado poeta Alejandro Harssem, barón de Mayals. En este período de cinco años escribí la mayor parte de mis poesías.

Tenme lástima, literato. ¡Yo estoy ebrio de vino, es verdad, pero lo estás de deseos y de impotencia...! Un ronco sonido terminó el diálogo; el cuerpo, cansado del esfuerzo, había caído al suelo; el órgano de la Providencia había callado, y el asturiano roncaba. ¡Ahora te conozco exclamé, día 24! Una lágrima preñada de horror y desesperación surcaba mi mejilla ajada ya por el dolor.

El mercader de ropas hechas pone á los sastres como hoja de peregil: el sastre viste al mercader de ropa de pascua; y no sabemos qué admirar más, si la ironía del mercader ó la del sastre. En punto á comprar y vender, todo el mundo es poeta á su modo, literato, erudito.

Estadística. El Tribunal, la iglesia y la casa parroquial. La imagen de San Rafael. Un deportado de tiempo de Narvaez. El literato Fernández. Alguaciles y maitines. Las leyendas del Capuntocan. Teatro bicol. Legaspi es el primer pueblo que se encuentra en el partido de Tabaco.

De entre aquel envilecimiento general únicamente solía alzarse de cuando en cuando la protesta de algún espíritu valiente, magistrado, predicador o literato que condenaba tanta vergüenza: por ejemplo, la voz honrada y atrevida del obispo de Granada, don Garcerán Albanel, que osó denunciar a Felipe IV los abusos del Conde-Duque y la pluma del gran Quevedo. «¿Podrá uno dice éste ser monarca y tenerlo todo sin quitárselo a muchos? ¿Podrá ser superior y soberano y subordinarse a consejo? ¿Podrá ser todopoderoso y no vengar su enojo, no llenar su codicia y no satisfacer su lujuria

En aquel tiempo ya era yo aficionado a leer, había compuesto no pocos versos y hasta me parece que también había escrito y publicado varios articulitos en prosa. A pesar de todo, cuando el Sr. Sobolefski me habló de D. Manuel Milá y Fontanals, de quien él era grande admirador y amigo, tuve que confesarle que ni las obras, ni el nombre conocía yo de tan ilustre literato.

Pero como felizmente nos es dado examinarlas con nuestros ojos, averiguamos que el juicio del literato carece de racional fundamento. No ya Lope de Vega, sino otros poetas menos célebres, son infinitamente superiores á Mira de Mescua. No le falta, por cierto, imaginación é inventiva, pero verdadera poesía, cualidad de más subido precio que aquéllas.