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Actualizado: 7 de junio de 2025


Aquel agosto, tan triste para don Víctor, era para el Magistral el tiempo más dichoso de su vida. Cuando oía, desde su despacho, muy temprano, el «Santo Dios, Santo Fuerte», que cantaba como si fueran malagueñas, Teresina, que hacía la limpieza allá fuera, tentaciones sentía de cantar él también. No cantaba, pero se levantaba, salía al pasillo.

14 Y él le mandó que no lo dijese a nadie; mas ve, le dijo, muéstrate al sacerdote, y ofrece por tu limpieza, como mandó Moisés, para que les conste. 15 Pero tanto más se extendía su fama; y se juntaba grande multitud a oír y ser sanada por él de sus enfermedades. 16 Mas él se apartaba a los desiertos, y oraba.

Los zapatos que soportaban tan lamentable edificio habían perdido la forma y el color. La ropa blanca, ese distintivo de la limpieza y del bienestar, no asomaba ni por el cuello ni por las mangas. Algunas veces, al pasar por un charco, el vestido se levantaba por un lado y dejaba ver una media de lana gris y un sencillo refajo de algodón negro.

La perfecta seguridad de sus movimientos y el descuido elegante con que toma los manjares y alarga la copa al criado para que le eche vino, acreditan en él al hombre nacido y educado en la opulencia. En este momento toma entre sus dedos afilados un hueso de ave que lleva á la boca y empieza á roer con limpieza de gato. Y aquí está la palabra que antes hacía falta.

Sobre la almohada, de limpieza equívoca, se balanceaba una cabeza parda y amarilleaba un rostro en el cual refulgían las llamas diabólicas de unos ojos.... Aquel enfermo era el que gemía con acento maldiciente y desatinado.

Han transcurrido doce años desde la última vez que estuve en París... ¡Ay! Reconozco que mi aspecto ha cambiado mucho. Y Robledo, al decir esto, volvió á verse tal como se contemplaba todas las mañanas en el espejo, con ojos de conmiseración, mientras procedía á su limpieza matinal. Era todavía vigoroso y gozaba de excelente salud; pero la vejez había empezado á marcar en él sus devastaciones.

Hija mía, ¿qué vas a decir? no entiendes de esto. Señora madre, déjeme usted decirle una cosa que pienso. Está delante una persona extraña y no puedo negártelo. Habla. Pues yo pienso, señora, que Inés es inocente. He aquí, Sr. D. Gabriel, lo que es la limpieza de corazón.

Limpieza, recato, virtud y una flor, una flor sencilla, una flor del campo, una flor pura y olorosa: aquí el traje más rico de una jóven; aquí la gala más preciosa, la de más efecto, la que más enamora á los hombres sensatos, á los hombres que son capaces de hacer feliz á una mujer. Si el cielo me hubiera concedido una hija, no me cansaria de repetírselo dia y noche.

»Hubo en mi afecto por esta mujer una serenidad y una limpieza harto engañosas. Me la fingí etérea, fantástica; intangible, como deben ser los ángeles; inasequible, durante la vida mortal, como es el cielo. Hoy, cuando pienso que va a caer en brazos de un hombre, en balde lucho por apartar de las imágenes que mi fantasía me traza y presenta.

A través de un rayo de luz que se filtraba por los ventanillos de la cúpula danzaban en espiral ascendente millones de corpúsculos de polvo inflamados por el sol. El altar, de talla antigua, brillaba discretamente en la penumbra con reflejos de oro viejo. Sobre la mesa sagrada había unos zorros y un cubo, olvidados allí hacía años, desde la última limpieza.

Palabra del Dia

rigoleto

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