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Actualizado: 7 de junio de 2025
Y aceleraban su partida, para regresar un mes después transportando en su buque una verdadera fortuna, completamente solos, prefiriendo la navegación suelta y astuta á la marcha en convoy, deslizándose de isla en isla y de costa en costa para despistar á los sumergibles. Más que los peligros de la navegación les conmovía el estado de sus buques, que llevaban más de un año sin conocer la limpieza.
Las patas de las sillas, nada firmes, se enredaban entre los descosidos de la pleita a listas blancas y encarnadas; al aparador, huérfano de molduras, que arrancó el paño de la limpieza, le faltaban tiras del chapeado de caoba; los pocos enseres que sustentaban las tablas, eran platos ordinarios, vasos de vidrio, tazas de loza, floreros de cristal, comprados en banasta de a real y medio la pieza.
Llegó la primavera. Los vientos del N. E., a modo de escoba gigantesca manejada por la mano de algún dios aficionado a la limpieza, barrían a menudo el polvo y la ceniza del firmamento.
Se corrieron toros en el barrio del Duque. En 20 de Agosto pregonóse la limpieza de la ciudad con trompetas á caballo. Prodújose un alboroto en el Cabildo de la ciudad y fué la causa el haberse recibido una carta de Gibraltar dando á la de Sevilla el tratamiento de merced.
Y en las cubiertas de estas naves, los tripulantes, arremangados, interrumpían las faenas de la limpieza para responder al popular saludo con un griterío idéntico. En torno al trasatlántico comenzó a evolucionar un enjambre de vaporcitos y lanchas automóviles con gentes ansiosas de subir a su cubierta. Cruzábanse entre ellas y los de arriba gritos de saludo, agitaciones de pañuelos.
Lo confieso, madre; he dudado mucho antes de dar este paso, pero mi deber es antes que todo. ¿No siente usted miedo... vergüenza por vivir así? Y ¿qué quieres que haga? Yo no mando... yo cuido de la casa... y nada más: la limpieza... trabajar y más trabajar... ¡qué sé yo! ¡Limpieza y trabajo! ¡Con eso piensa usted que ha cumplido!
Verdad es que, cuando él tiene hambre, parece algo tragón, porque come apriesa y masca a dos carrillos; pero la limpieza siempre la tiene en su punto, y en el tiempo que fue gobernador aprendió a comer a lo melindroso: tanto, que comía con tenedor las uvas y aun los granos de la granada. ¡Cómo! -dijo don Antonio-. ¿Gobernador ha sido Sancho?
El vecino de Bogotá, como todos los vecinos de las ciudades americanas y de algunas europeas, paga un fuerte impuesto de limpieza, que en su totalidad no da menos de 150.000 pesos fuertes, cantidad que bastaría para mantener a Bogotá en inmejorable condición higiénica.
Todos ayudaban a la grande obra de la limpieza y buena distribución de los muebles, al adorno y arreglo de la casa, que estaba primorosa. No faltaba en ella más que una cosa, el amo. Esperábanle cada semana, cada día, cada hora. Se habían recibido cartas suyas.
Declaró por último su firme propósito de consagrarse en adelante a la amistad sólo; a la amistad sin combinaciones y llena de limpieza. Para esto, para que fuese su íntimo amigo, había citado al Vizconde. El otro amigo predilecto, cuya vida, mejorada por ella, quería seguir endulzando hasta que llegase a su fin e iluminándola con luz hechicera, era el señor de Figueredo.
Palabra del Dia
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