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Actualizado: 7 de junio de 2025
"Entiendo que en muy breve he de acabarme Y he salido á cortar, y no aprovecho, Madera: si os plugiese de ayudarme Haré para morir un candelecho, Que no espero jamas de levantarme, Segun estoy sin fuerzas y deshecho. Aquesto me diciendo, hácia el cielo Los ojos levantando, dió en el suelo.
Me arrodillé al pié del presbiterio, y al levantarme después de oir pronunciar al sacerdote la última palabra del conmovedor evangelio del día, alcé los ojos á los inmóviles de la imagen, no recuerdo, si con el fervor de la oración que implora ó de la curiosidad que investiga; mas el resultado fué que poco á poco, el fiel se convirtió en el artista, admirando la corrección de la talla, lo acabado de sus detalles, lo valiente de sus líneas, y más que todo la profunda expresión de sentimiento que el artífice había sabido impregnar en la Dolorosa Madre.
En cambio el buen Champeaux se saborearia regaladamente con la memoria de mis pobres francos. Tengo la costumbre de levantarme muy temprano, siguiendo el prudente consejo de Franklin. Hoy es dia excepcional; me levanto á las ocho dadas.
» Doy, y no es poco, la de mi buena educación. ¿Le satisface a usted? » Como la mejor escritura púuublica me respondió tendiéndome la manaza, que no rechacé porque fingí tomar el suceso como señal de despedida, y aproveché tan buena coyuntura para levantarme y dar por terminada la conferencia.
Ella me agradeció por señas y dijo: Estoy todavía un poco débil, me parece que tuviera los miembros rotos; pero espero que mañana podré levantarme y atender a la casa. ¡Gran Dios, qué ideas tienes! exclamé espantada. Ella suspiró. Es necesario, es necesario. No tengo derecho de reposar. ¿Por qué no tienes derecho de reposar? Marta no contestó, poro de repente se puso a llorar amargamente.
Nada ocurre en la vida sin que tenga una razón determinante; la dicha ó la desgracia se merecen por los esfuerzos hechos en el sentido del bien ó del mal. Yo nací bajo una influencia dichosa; la fortuna repartió en torno mío sus más preciosos dones, y yo, en vez de aprovechar esas influencias favorables para levantarme más y más, las usé para descender hasta la más horrible conducta.
Si he de ser franco, diré que me hubiera sido imposible evitarlo; no tenía fuerzas; me encontraba aturdido, asombrado de cuanto acababa de ver y oír. Apenas si me encontraba aún con energías para levantarme de mi asiento y dar algunos pasos, a fin de convencerme de que no soñaba.
Nada sé respecto a ella, me contestó. Acabé de convencerme de que nada recabaría de aquella mujer; la di dinero; la encargué dijese a Amparo que deseaba verla, y la despedí. A los pocos días, y cuando acababa de levantarme, me sorprendió un fuerte campanillazo a la puerta. Abrió Mauricio; sentí pasos apresurados, y poco después se precipitó en mi gabinete Amparo. Mustafá la seguía cojeando.
Si tú quisieras levantarme dos dedos del suelo con el pico y abanicarme con tu ala, con esto tendría bastante para tomar vuelo y dirigirme a mi caverna, donde mi madre y mis hermanas, las tormentas, se emplean en remendar unas nubes viejas que yo desgarré. Allí me darán unas sopitas y cobraré nuevos bríos.»
¡Señor Marqués, perdóneme! Quise levantarme, quise hablar, pero en vano. Me hallaba petrificado en mi sillón. ¡Señor Marqués continuó, dígnese perdonarme! Hallé en fin la fuerza suficiente para acercarme á él; á manera que yo me aproximaba, él se retiraba penosamente hacia atrás como para escapar á un contacto pavoroso.
Palabra del Dia
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