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Actualizado: 7 de junio de 2025


Hasta entonces no había comprendido que podía yo quedarme sola en el mundo; pero cuando mi madre murió, cuando no la vi á mi lado durante el día, al acostarme, llamando sobre los buenos sueños con un dulce beso, al levantarme abriéndome con otro nuevo beso otro hermoso día, ¡ay! hasta que todo esto me faltó, no comprendí el horrible vacío á que puede verse condenada una mujer, porque para una mujer, su madre lo es todo.

¿Qué es eso? ¿Cómo se entiende? le dije en tono seco y arrogante, haciendo ademán de levantarme. ¿Qué ocurre? preguntó. Pues nada, sino que iba a llamar para que le trajeran a usted su caballo. Si ignora usted cómo dirigirse al Rey, es indispensable que mi hermano elija otro embajador.

Mi alma era presa de un extraño sentimiento de amargura y de vergüenza. Me parecía que debía levantarme y huir para no volver a encontrar la mirada de esos ojos que había esperado, sin embargo, con tan loca impaciencia. Luego me representé lo que podía ocurrir en ese momento en la casa.

Esto que yo escribo se llama una crónica. »Y al día siguiente, cuando al levantarme la veo en el periódico, aparto los ojos de ella avergonzado, y meto el periódico en el cajón de la cómoda. »Y otra vez principia otro día igual al de ayer e idéntico al de mañana: leo, paseo un poco, vuelvo a leer, torno a escribir las cosas horribles sobre los pequeños papeles.

Sus ojos enrojecidos y fatigados brillaban en el fondo de las órbitas; sus labios apretados revelaban amargura e irritación. Allí estaba, petrificado en un dolor mudo. El deseo de acercarme a él me sacudió como un calofrío de fiebre. Pero, cuando quise levantarme, sentí como dos manos de hierro que pesaban sobre mis hombros y me hicieron caer de nuevo en mi asiento.

En esto, viendo que se atascaba en el exordio, me digné dar una media vuelta hacia el orador para alentarle. Frunció las cejas y exclamó con ansia: Tengo ganas de levantarme la tapa de los sesos. ¡Muy buena idea! repúsele yo con tono seco, iré a vuestro entierro. Esta repuesta le causó tanta sorpresa, que dejó caer los brazos y me miró con fijeza.

No pensaba al levantarme en salir al campo, pero de repente he cogido la escopeta para huir. ¡Porra! ¿De qué nos ha servido tanto comer pan de habas y carne de caballo á los que disparábamos el fusil en las trincheras, si aquellos á quienes hicimos huir se nos han metido en casa y parecen los amos? ¡Cómo está hoy Bilbao, chiquillo! No se puede dar un paso sin tropezar con un cura.

Pero yo me juzgo más severamente que usted y cuántas manchas contiene todavía ese corazón que usted cree purificado. Mido mejor que nadie la profundidad de mi caída y no creo que un ángel como usted pueda levantarme tan fácilmente. No me siento digno de usted, mis Harvey, y lo confieso con una humildad muy meritoria, llorando de agradecimiento por su bondad.

-Ahora bien -respondió Sancho-, venga esa ínsula, que yo pugnaré por ser tal gobernador que, a pesar de bellacos, me vaya al cielo; y esto no es por codicia que yo tenga de salir de mis casillas ni de levantarme a mayores, sino por el deseo que tengo de probar a qué sabe el ser gobernador.

No me atrevía a levantarme; una indulgencia repentina y tierna me tenía clavado en aquella silla al lado de la suya, y sólo temía que el fastidio de aquella estúpida conversación o un detalle imprevisto le hicieran levantarse a ella.

Palabra del Dia

lanterna

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