Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 25 de junio de 2025


Era mentira lo que contaba la gente sobre el fin de su padre. El pobre doctor Moreno no se había suicidado. Tenía demasiada altivez para revelar, dándose la muerte, el inmenso dolor que le había causado aquella ingratitud. No me hable usted de ella dijo con fiereza a su patrona de Milán cuando intentó hablarle de Leonora. Yo no tengo hija: fue una equivocación.

Pero no, era ella; la misma; ¡como si no hubiesen transcurrido ocho años! ¡Leonora! ¡Usted aquí!... Ella sonrió como si aguardara el encuentro. Le he visto y le he oído. Muy bien, Rafael: acabo de pasar un rato delicioso. Y estrechando su mano con un franco apretón de amistad, entró en el carruaje, con estrépito de sedas y finos lienzos. Vamos, ¿no sube usted? preguntó sonriendo.

Y comenzó una de aquellas revistas de equipaje que entusiasmaba a Rafael; una exhibición de recuerdos de su vida artística que al joven le parecían nuevos avances en su intimidad con Leonora.

Y halagado por la extravagancia del disfraz, se apresuró a meterse en la inmediata habitación para ponerse la bata. Para usted dijo Leonora a Rafael con maternal sonrisa sólo he encontrado esta capa de pieles. Vamos, quítese usted esa chaqueta que está chorreando. El joven se resistió ruboroso y avergonzado como una doncella. Estaba bien así; no le ocurriría nada; otras veces se había mojado más.

Leonora, loca de amor y de despecho, le persiguió, fue a llamar a su puerta como una criada, sintió una amarga voluptuosidad viéndose por primera vez despreciada y desconocida, hasta que una reacción de carácter hizo renacer en ella su antigua altivez. Se acabó el amor. ¡Adiós a los artistas! Gente muy interesante, pero nada quería ya con ellos.

Dijo estas últimas palabras con acento grave, y quedó inmóvil mucho rato, con la vista perdida en la inmensa sábana de agua. Ahora la miraba Rafael. Había levantado la cabeza y contemplaba a Leonora pensativa. Su hermoso rostro se teñía de una luz azulada que parecía envolverla en un nimbo de idealidad.

Pero lo raro fue que al aproximarse la muerte, reapareció de un golpe en su memoria todo el pasado, y los enfermeros le oyeron gemir noches enteras, murmurando en español, con una tenacidad de maniático: ¡Leonora! ¡pequeña mía!, ¿dónde estás?...

Y todos alabando a Leonora, rindiendo un tributo universal al talento de aquella mujer, mirada con desprecio por los burgueses de Alcira.

sola eres mi vida. Muchas gracias contestó Leonora con gravedad. Renuncio a ese sacrificio... ¿Y la santidad de la familia de que hace poco hablabas en aquel salón? ¿Y la moral cristiana sin la cual sería imposible la vida? ¡Cómo reía yo escuchándote! ¡Qué de mentiras decís allí para los bobos!...

Reía con amarga ironía de su propia audacia; comprendía el acento burlón de Leonora, la energía con que había repelido todos sus atrevimientos de zafio que intenta poseer una gran dama por la fuerza. Pero a pesar del desprecio que a mismo se inspiraba, faltábanle fuerzas para retirarse.

Palabra del Dia

cabalgaría

Otros Mirando