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Actualizado: 12 de noviembre de 2025
A las doce y media pude sacar la embarcacion, y volví á hacerme á la vela: las dos y cuarto de la tarde volví á varar, y tan de firme que no fué posible poder sacar el bergantin. Inmediatamente bajé á ella, y la atravesé hasta la parte opuesta que tiene media legua de ancho, y me parece que con tiempos fuertes se anega toda.
¿Y qué? respondía el gigante contrabandista con aire de buen humor a los que le felicitaban . No he hecho mas que cumplir con mi deber. ¿Podía dejar perecer a mis camaradas? Bien sé que la empresa no era fácil; esos miserables cosacos son más astutos que los carabineros; olfatean a una legua de distancia como los cuervos; pero ha sido inútil: a pesar de todo, les hemos despistado.
Cuando la ví era solo de piedra y barro; pero creo que despues ha sido reedificada con cal. La bahia tiene desde la entrada, mas de legua y media de largo, y esta misma bahia es casi redonda: en ella, hácia el este, hay una pequeña isla abundante en conejos, llamada por los españoles, la Isla de los conejos.
Ella ocupa el centro de una inmensa llanura que se encuentra tres leguas al este del Mamoré, y como á dos del rio Ivari: sus alrededores, muy secos en invierno y anegados en el estío, carecen de arbolado: hay hácia el este un grande lago, distante un cuarto de legua del pueblo.
No tardaron los fugitivos en dejar atrás la fábrica de aserrar del marqués; después torcieron a la derecha, para llegar a la casa de «El Encinar», cuya elevada chimenea se descubría sobre la meseta, a tres cuartos de legua. Marcos Divès y su gente llegaron gritando: ¡Alto! ¡Pararse un poco! ¡Mirad allá abajo!
Gonzalo había venido a pie a la romería con Cecilia, la niña mayor y la niñera. Y como el camino era largo y pendiente, porque ésta no se cansase tanto, había traído a su hija en brazos casi todo el tiempo. Ventura odiaba las romerías. Además, su padre había llevado el carruaje a esperar al duque de Tornos, y pensar en que anduviese a pie media legua, era una monstruosidad.
Estaba apartada la aldea como media legua. El camino era vario y pintoresco: callejas estrechas con altos setos de zarzal, trozos de bosque, vereditas entre maizales y senderos al través de los prados. A la entrada de una garganta, sobre una vega de maíz y teniendo detrás algunas praderas deliciosas, estaba asentado el principal caserío de la parroquia.
El sol próximo á su ocaso entre purpurinas nubes, iluminaba con luz suave los alegres campos y rozaba de soslayo los primeros árboles del bosque, poniendo entre las ramas toques inimitables de oro y rojo. Admiró Roger el bellísimo paisaje, pero sin detenerse, porque según sus informes lo separaba todavía una legua larga del primer mesón donde se proponía pasar la noche.
El tren pararía media legua antes de Piedrasblancas, ¡pero cuidado con bajarse en seguida! ¡Mucho cuidado! Pierda usted cuidado. En efecto, al poco rato el tren detuvo un instante su marcha; sólo el tiempo necesario para que marido y mujer dijesen a Andrés: Buenas tardes, caballero, feliz viaje y se bajasen con la premura que les consentía la pesadumbre de sus cuerpos.
Dia 23. Estando la gente formada para marchar, dió órden el Comandante al Sargento Mayor, D. Pascual Martinez, que siguiese la marcha, y luego que se traslomase á distancia de media legua, hiciese alto: y quedándose el dicho Comandante con 12 hombres, el cacique Lepin y Lincon, habièndoles dado la órden á estos de lo que habian de egecutar, viendo ya que era hora, sacando un pañuelo blanco del bolsillo, que era la seña, acometieron á dichos indios y los mataron. Y llegando el Comandante con los dichos 12 hombres, donde lo esperaba la armada, mandó juntar á todos los demas caciques, manifest
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