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Actualizado: 4 de mayo de 2025
Ya esperaba yo continuó el lego que un señor como usted conocería al hermano Garrido. Los padres de Roma piensan canonizarlo apenas pase el tiempo preciso. Y hablaba con entusiasmo de este hermano, como si fuese una celebridad universal, bastando citar su nombre para que todos repitiesen sus glorias.
Un reloj dio la hora. Eran las tres de la tarde. Ya en la puerta que el Seminario tiene por la calle del Duque de Alba, los sicarios del lego formaban un grupo imponente, montón de humanidad digno de un basurero, en el cual brillaban aceros de navajas y burbujeaban blasfemias. Gritaron, golpeando la puerta. Tablas se presentó, quiso mandar; pero no le hicieron caso.
Cárlos V legó á Felipe II el encargo de consagrar la memoria de la batalla de San Quintín por medio de un monumento que, bajo la advocacion de San Lorenzo, sirviese de mausoleo á los restos del emperador-fraile que tanto conmoviera al mundo.
En el populacho las palabras ardientes tienen una propagación pasmosa, y pasma también la rapidez con que de estas flores de la barbarie salen frutos de sangre. Un lego atravesó por delante de la Latina, dobló la esquina de la plazuela siguiendo en dirección a Puerta de Moros.
Hacía preguntas a Feli, que ésta contestaba con extrañeza. ¿No le decía nada el ser que llevaba en las entrañas? ¿No le había hablado alguna vez o demostrado su voluntad con extraños ruidos?... Hace usted mal continuaba si cree que digo esto a tontas y a locas. Yo, aunque lego, he leído algo.
Si el lego hubiera sido fraile, y si su falta de conocimientos hubieran estado representados por la elocuencia, confianza y prestigio del sacerdote, es posible que las palabras no hubieran sido obras, y la acción no hubiera pasado de proyecto. El lego fué respetado, considerado y atendido por los que pedían la cabeza de los españoles, por el solo hecho de vestir un hábito y una correa.
El lego hacendero se encogió de hombros.
Yo me encogí de hombros y esperé. La señora entró con dos ciruelas casi verdes, y dos plumas. Las plumas equivalen á los palillos que usamos en España, aunque tienen un doble oficio. Ofrecer un plato con plumas, significa lo que significaba el lego cuando nos miraba con el saco de la limosna abierto. Aquellas plumas eran una sentencia. Resuelta y decididamente, la comida se habia terminado.
Nada conoció ni ha conocido mamá; ¡ojalá lo conociera, aunque me hubiese matado!... ¿Te acuerdas del día en que fui con ella al convento del Carmen, convidadas por fray Pedro Advíncula para ver desde una tribuna la función de la Virgen? ¡Ay! Después de la función, un lego nos llevó a ver la sala de capítulo. No sé cómo, ni por qué causa me encontré separada de los demás en una celdita sombría.
Yo estaba siempre con el alma en un hilo, pero ni un instante dudé de la ciencia. Lo que yo alegaba era que aquella tierra era tan ruda aún, que no comprendía la ciencia y se revelaba contra ella. Volvimos entonces a confiar la dirección de nuestro viaje al guía práctico y lego que antes nos había servido, y así llegamos al término que nos proponíamos.
Palabra del Dia
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