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Actualizado: 7 de junio de 2025


Ni chistó: endispués de leerla se puso pálida, como amortajá, ¡y le entró un temblor! ¡Me daba una lástima! ¡Y miusté que pa darme a lástima una señorita! La noche... ¡ha tomao más tila! vez que una mujer tié que tomar tila, le debían dar rejalgar a un hombre. Al otro día, es decir, ayer, comenzó a vestirse a las doce: se puso maja de veras. En enaguas... un ángel. Pidió el coche pa las dos.

Después de leerla y de releerla, figurándome que no he ofendido a nadie, y que a nadie retrato en ella, e inclinándome casi a creer que por ésta no tendré ningún desafío, aunque necios conozco yo para todo, trasládola a la consideración de los que tienen apego a la vida.

Lo que había hecho, sin embargo, era una calaverada de mal género: había destruido la paz de una familia. D. Fermín, al final de su carta, le reprendía severamente y con muy justas razones. Cuando nuestro joven terminó de leerla, quedó más tranquilo. En cuanto salió de casa se fue derechamente a la de un banquero y giró, a la orden de su tío, el dinero del proceso.

Este argumento, comprendiendo también su extraño desenlace, es de la misma especie que muchas comedias posteriores de la época de Lope de Vega, y hasta se podría pensar, al leerla, que es una de ellas, si no se opusiera á esta ilusión la prosa en que está escrita, circunstancia que indica á las claras su mayor antigüedad.

No le he visto. He recibido carta suya. Dámela. Quiero leerla. ¿Tendrás valor para leerla? Dios me dará valor para todo. Dame la carta. Paco vacilaba aún. Dame la carta volvió a decir doña Beatriz. Te la daré contestó Paco ; pero antes exijo de ti una cosa. , pide pronto.

Susana, no me olvides, ruega al cielo por tu desgraciado Quilito... Ha salido muy borroneada, pero podrá leerla; aquí está ya cerrada, con la dirección bien puesta: cuando me encuentren, me registrarán, y no faltará una buena alma que se la lleve... También le escribiré al comisario, diciéndole que a nadie se culpe de mi muerte: así hacen todos los que se matan, ¡cuántas veces lo he leído en los diarios! esta carta la guardaré en el bolsillo, con la otra.

Preguntéle al hombre, antes de leerla, quién se la había dado y el tiempo que había tardado en el camino.

Sin perder un punto de la suya, escribió Currita en un plieguecillo de papel timbrado las señas que venían en la carta; volvió a leerla por cuarta vez y la metió de nuevo en el sobre, tornando a pegar este con una poca de goma. Mantúvola un momento al calor de la chimenea, para dar tiempo a que se secase por completo, y arrejóla luego sobre su lindo escritorio. Entonces llamó a Kate.

Los siete sabios, tan profundos en lingüística, que acababan de llegar sin el ave fénix, y que por ende estaban condenados a morir, acudieron también; mas, aunque se les prometió el perdón si leían aquella carta, no acertaron a leerla, ni pudieron decir en qué lengua estaba escrita.

El cura se lo agradeció, y, abriéndolos luego, vio que al principio de lo escrito decía: Novela de Rinconete y Cortadillo, por donde entendió ser alguna novela y coligió que, pues la del Curioso impertinente había sido buena, que también lo sería aquélla, pues podría ser fuesen todas de un mesmo autor; y así, la guardó, con prosupuesto de leerla cuando tuviese comodidad.

Palabra del Dia

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