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Actualizado: 18 de mayo de 2025


»Quizá los demás la juzgan vacilante; pero para ti anda con paso seguro. »No balbucea, que ya habla. »No deletrea, que lee. »Te empequeñeces para ser de su estatura y te admiras de encontrar en los cuentos de Perrault más interés que en la Iliada.

Cerca de su tumba en una pequeña lápida se lée un epitáfio que dice: Aquí yace la noble señora D.ª Leonor Bocanegra, nieta del adelantado D. Alonso Fernandez, señor de la casa de Montemayor. Habia en esta capilla fundadas doce capellanías, y era su patrono el conde de Alcaudete, de cuyo estado fué tambien fundador el famoso adelantado.

Las tres dormimos en una misma alcoba y charlamos bajito por las noches. ¡Ah! ¿Sabe usted lo que me ha dicho Inés? Que usted está enamorado. ¡Qué bromazo! Tal cosa no es verdad. , nos lo dijo, y aunque no me lo dijera... Eso se conoce. ¿Lo conoce usted? Al instante. En cuanto veo a una persona. ¿Dónde ha aprendido usted eso? ¿Lee usted novelas? Jamás. No las leo; pero las invento. Eso es peor.

Si un día sabe usted lo que he hecho, recuerde usted el nombre que siempre desde la primera vez que gocé de sus caricias quiso darme: recuerde usted que me ha llamado hija suya y como a tal me ha amado: para su hija siempre será usted indulgente. »Dios lee en mi corazón.

12 Y si se diere el libro al que no sabe leer, y le diga: Lee ahora esto; él dirá, No leer. 15 ¡Ay de los que se esconden del SE

En el mismo cancionero se lee la siguiente composicion hecha por el judío don Mossé, cirujano de Enrique III, cuando nació el príncipe don Juan, que luego fué rei en Castilla, segundo de su nombre. Una estrella es nascida en Castilla reluciente: con placer toda la gente roguemos por la su vida.

No he leído los libros y papeles que usted lee, y como no le hable de los guisos que mi madre hace o de mis bordados y costuras, no de qué hablar a su merced. Hablame de lo que hablas a Antoñuelo cuando estás con él de palique. Yo no lo que es palique, ni si estoy o no estoy a veces de palique con Antoñuelo. Lo que es que yo no puedo decir a su merced las cosas que a él le digo.

Todos estos hechos, y además la presencia de Leonor, á la que ve salir del aposento del Rey, inquietan su ánimo, y apenas puede ocultar su desasosiego, á pesar de sus palabras orgullosas. Su confusión es completa, cuando ve entrar al Rey, y reconoce en él al caminante, ante quien mostró tanta arrogancia. Don Pedro finge no reparar en él siquiera, y lee tranquilamente ciertos papeles.

No lo he leído... ¡Como no leo esas cosas! exclama. Hable usted de teatros a don Timoteo. No voy al teatro; ¡eso está perdido!... porque quieren persuadirnos de que estaba mejor en su tiempo; nunca verá usted la cara del literato en el teatro. Nada conoce, nada lee nuevo; pero de todo juzga, de todo hace ascos.

Claro; no estudia, no lee, no cultiva su espíritu y... Y la segunda... La segunda razón es la que más me hiere. El hombre... El ciprés. Bueno. El rey de los cipreses no puso cautela ni parsimonia en sus insinuaciones, porque creía... así me pareció a ... que me hacía un honor ofreciéndome su amor. Y así es, hijita; se trata del rey nada menos, de Nuezvana I...

Palabra del Dia

bagani

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