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Actualizado: 23 de julio de 2025
En el acto segundo, cuenta Lisardo al gracioso, su criado, la traza con que él y su amigo escaparon con felicidad de la situación comprometida de la noche anterior; pero mientras habla así, entra el padre de Laura y pregunta por Don Félix.
Digna es también de la mayor alabanza la delicadeza con que están caracterizados los personajes de esta excelente comedia, y en especial los del Rey, la Reina y Laura, y el arte con que se excita nuestro interés desde el principio hasta el fin. Tales bellezas, en mayor ó menor grado, se observan en las demás obras dramáticas de Tárrega.
Al cabo de poco tiempo una voz fresca de barítono entonó con pausa las primeras notas graves de uno de los cantos del país. Laura dejó reposar el lápiz: le parecía conocer aquella voz y aquel canto. Sintió vibrar en su corazón los ecos perdidos de aquella balada triste y monótona como todas las que resuenan en los valles del Norte.
Después de un larga pausa, todavía dijo Coca: Un mes es demasiado, Laura... Esperaré sólo quince días, que ya es bastante. Laura no contestó. Hizo como si estuviera absorta en sus oraciones, o acaso durmiendo ya. No se dejó esperar la declaración de don Mariano.
Esta era una muchacha muy bonita, emparentada con las Aliaga, aunque casi no tenían con ella relación de amistad. ¿Elisa Jiménez? No es muchacha para enamorar a Julio repuso Laura casi en voz baja y como distraída. O entonces alguna señora casada sugirió Carmen, mirando de nuevo con aquella expresión sonriente y confusa a su hermana mayor. ¡Camucha! le gritó ésta.
Lo que no podía sufrir D.ª Laura era que él probase de todo para darlo por bueno, y con este motivo había ruidosas peloteras; pero él aseguraba que todo estaba riquísimo, que todo era gloria, y con esto y con recoger D.ª Laura las compras para guardarlas con siete llaves, concluían las cuestiones.
Es nuestro mejor amigo, nuestro único amigo, porque a los muchachos parientes que suelen venir, ni los tenemos en cuenta. ¡Julio nos entiende tanto! ¿Quieres creer que yo, a él, le confesaría lo que ni a Laura ni a Zoraida podría decirles nunca? Y estas noticias embargaban completamente la imaginación de Adriana.
Laura miró con asombro a su hermana, y no se atrevió a aclarar el punto, dejando correr la invención del «capitán Pérez», el pretendiente fantasma... Despidiose Vázquez y volvió al cabo de tres o cuatro días. Sus visitas menudearon desde entonces. Venía a jugar al ajedrez con Adolfo. Se hizo íntimo de la casa... Una vez, Adolfo preguntó: ¿Quién es ese capitán Pérez?
Ya he tomado mis precauciones. Lo sabrá cuando todo haya concluido para los dos. Y entonces, si la vida de Laura dependiera de su cariño... ¡Ah, no! Tampoco puedo sufrir la idea de que Julio se casará con Laura. ¡Qué gran tristeza, Raquel! Sin mí, Julio la hubiera querido. Sí, eso está escrito en su diario.
Yo quiero que se acuerden de la pobre Laura, pero sin sospechar nunca por qué se puso anémica y por qué murió..." Adriana y Carmen no pudieron seguir. Las lágrimas les anegaban los ojos y caían sobre las páginas del manuscrito. Las dos se pusieron a sollozar. Oyeron un ruido de pasos ligeros que se acercaban. Apareció Laura.
Palabra del Dia
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