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Actualizado: 23 de julio de 2025


¿Por qué, señor? le preguntó Laura. ¿Usted no sabe que Adriana quiere a Julio? Cállate, Laura, por piedad, interrumpió Zoraida, no sabes lo que dices. No, déjame hablar, él comprenderá, necesito explicarle. ¡Te subirá la fiebre! Zoraida, déjame hablar, te lo pido. ¡Te subirá la fiebre! Al contrario, Zoraida; si no permites que hable, la desesperación me matará. Aquí hay un verdadero contrasentido.

Deseó luego las buenas noches a su hermana para cortar toda réplica, diose vuelta hacia el lado de la pared, y quedó pronto dormida como un pajarito. Entretanto, escuchando su fácil y rítmica respiración, Laura se revolvía insomne entre las sábanas. Agitábanla pensamientos tan vagos y tristes, que no acertaba ni hubiera querido confesárselos a misma...

Laura se llena de confusiones, siendo mayor su extrañeza al notar que su padre llama Félix á Lisardo, y le ruega que inmediatamente se case con su hija.

Por un segundo se abandonó, desfallecida, a esta imaginación de Julio que sobrevenía para salvarla de Muñoz. Y ambos huían de la pobre Laura. Pero luego estrujó el papel con impaciencia y sonrió con angustia. Raquel se retorcía las manos, consternada. ¡Déjala ir! Si supieras, Raquelita, qué inútil sería también esta carta. A Muñoz no podrás quererlo nunca.

Esta se adelantó y la besó en los ojos. Al fin se han vuelto a encontrar, después de un año, murmuró. Se habló de música y de novelas. Laura, que no dejó un instante de observar a Julio, suspiró, volvió a besarla. Se me ocurre que ya te quiere, le dijo al oído. Pero Adriana no podía escucharla. Miraba a Julio con los ojos un poco atónitos y sonreía con su sonrisa ligera.

Adriana, conmovida, a punto de llorar, contemplaba a Laura. "Ninguna clase de felicidad sería demasiado para ella", pensó con una tierna piedad. ¿Y Julio? preguntó de pronto. Carmen tuvo un gesto de curiosidad, dudando sobre la intención de la pregunta. ¿Hace tiempo que es amigo de ustedes? Unos tres años. Al cabo de otro silencio, Adriana se acercó más a Carmen y le tomó una mano.

Y entonces ya verá usted que sospechó mal... Si "eso" fuera cierto, ¿se imagina que yo se lo hubiera dejado adivinar nunca? ¿Adivinar que usted pudiera quererme? Laura, sorprendida por la inesperada pregunta, bajó los ojos y se puso a reír; sus mejillas se habían coloreado. "Eso" sería un secreto mío que no podría sospechar usted nunca, suponiendo que fuese cierto. ¿Y no es cierto?

Y si alguna tímida palabreja salía de su boca, D.ª Laura se le quería comer vivo. El cargo principal que contra Isidora se formulaba era que se había quedado fuera de casa en la noche del 11. «Nada, nada dijo la iracunda señora a su marido del modo más imperioso . Esa... Sardanápala no tiene que poner más los pies en mi casa.

Un día conversaron acerca de Julio, y Adriana escuchó sin perder palabra. Carmen extrañaba de que nunca le hubieran conocido ellas ningún amor. No hay mujeres para Julio, murmuró Laura. Sería raro que no tuviera alguna pasión por ahí, añadió Zoraida.

Avisada un día por Carmen de que José Luis Aguirre, llegado de Europa, les había hecho una visita, Adriana fue a casa de las Aliaga con la gran ansiedad de saber si reanudaría Laura con él su antigua relación. Ardientemente lo deseaba. Su actitud, cuando se anunció la vuelta de José Luis, permitía abrigar pocas esperanzas.

Palabra del Dia

godella

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