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Actualizado: 11 de junio de 2025
Luis de León, Herrera.... Déjate de los románticos; son intemperantes y monstruosos.... ¿Qué ha dicho Víctor Hugo que no esté superado por los poetas latinos? ¿En qué han sobrepujado él y tu Zorrilla, tu gran Zorrilla, a Lope y a Calderón? Vamos, muchacho, ¿quieres tener buen gusto? Pues deja de la mano esos mamarrachos.
Todos hablaban á un tiempo, sin tregua ni descanso, en voz alta, con franqueza ruda, cordial y candorosa, y con una rapidez particular, propia de una lengua de palabras compuestas en que cada silaba equivale casi á una palabra de los idiomas latinos, como la palabra misma puede contener toda una frase.
Veíanse por los intersticios de las lonas gentes tendidas sobre el vientre, dormitando con la cabeza entre los brazos; mujeres que recosían ropas viejas, chicuelos persiguiéndose. Sonaba a lo lejos una gaita con dulce sordina, semejante a un lamento pastoril que lagrimease la melancolía de su destierro lejos de las praderas verdes. Hagamos una visita a nuestros amigos «los latinos».
Nicephoro Gregoras dice, que Almugavar es nombre que dan á toda su infantería los Latinos; así llaman los Griegos á todas las naciones que tienen á su Poniente, pero no hay para que contradecir con razones falsedad tan manifiesta, y más contra un autor tan poco advertido en nuestras cosas como Nicephoro.
Enormes lápidas de piedra con caracteres latinos cantaban la gloria de los diversos príncipes soberanos que habían hecho construir estas costosas obras de defensa, ahora anacrónicas é inútiles. Lubimoff esperaba ver surgir de las garitas algún granadero de uniforme blanco y vueltas de grana, llevando sobre el negro mostacho y la peluca con polvos una mitra de oro.
El ejemplo más notable de lo que afirmo se hallará en el célebre novelista inglés Richardson. El autor de Clarisa Harlowe y de Pamela, que á su ingenio admirable, á su exquisita sensibilidad y penetración añade la circunstancia de ser el padre de la novela moderna, apenas es hoy leído, á lo menos en los países latinos.
Temían a las oficinas de inmigración de Buenos Aires, prontas a rechazar las gentes enfermas o de contagiosa suciedad, obligando al buque a repatriarlas gratuitamente. En los «latinos» de proa verificábanse iguales transformaciones. Las comadres de Nápoles y de Castilla abrían sus arcas para extraer sayas y corpiños.
Los llamados latinos, al entregarse á esta admiración, dudaban de las propias fuerzas con un pesimismo irracional. Ellos eran los primeros en decretar su muerte. Y los orgullosos germanos no tenían mas que repetir las palabras de estos pesimistas para afirmarse en la creencia de su superioridad.
Dedúcese de las innumerables ruinas de antiguos teatros, que se encuentran en la Península, de los grabados de otros en diversas medallas que se conservan, y por último, de indicaciones aisladas de escritores latinos , que los romanos, durante su larga dominación en España, importaron también en ella su teatro.
Según un escritor amigo mío y que cultivó el ramo de crónicas, los asistentes no pasaban de doce, personajes los más caracterizados en el foro, la milicia o la iglesia. «Allí asistía el profundo teólogo y humanista don Pedro de Yarpe Montenegro, coronel de ejército; don Baltasar de Laza y Rebolledo, oidor de la Real Audiencia; don Luis de la Puente, abogado insigne; fray Baldomero Illescas, religioso franciscano, gran conocedor de los clásicos griegos y latinos; don Baltasar Moreyra, poeta, y otros cuyos nombres no han podido atravesar los dos siglos y medio que nos separan de su época.
Palabra del Dia
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