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Actualizado: 18 de mayo de 2025
¿Qué muebles piensas enviar a casa de Engracia? Entre mañana y pasado mandaré una cómoda, un armarito, una lámpara y dos banastas con ropa: la cama y la butaca, el potro, como papá la llama, no podrán llevarse hasta el último momento. Bueno; pues ya lo sabes, por si antes no nos vemos: el sábado a las tres, sin falta, voy con la camilla. Asunto terminado.
Después de Dios en su obra, viene el hombre en la suya; después de las maravillas de la Naturaleza, vienen las del Ingenio. Por la noche, a la luz de la lámpara, bajaba un amigo de las tablas de la biblioteca y tomaba parte en su conversación.
Despues se alejó á cierta distancia para contemplar el efecto, inclinando la cabeza ya á un lado ya á otro para mejor juzgar de su aspecto y magnificencia. Y viendo que Basilio le miraba con ojos interrogadores á la vez que recelosos, repuso: Esta noche habrá una fiesta y esa lámpara se colocará en medio de un pequeño kiosko-comedor que he mandado hacer al efecto.
La historia, no la piedra, es el panteon de los grandes hombres. Pasamos luego á una especie de cueva, que está enfrente de la puerta de entrada. Una sola lámpara alumbra este recinto. Entre una atmósfera indecisa de luz y de sombra, distingo un objeto, tendido á lo largo. Es una espada de Bonaparte: la espada de Austerlitz.
La sombra se detuvo al otro lado del balitì y el joven la podía ver al través de una hendidura que dejaban entre sí dos raices que habían adquirido con el tiempo las proporciones de dos troncos. Produjo debajo de su traje una lámpara de poderoso lente refractor, que depositó sobre el suelo alumbrando unas botas de montar: el resto quedaba oculto en la oscuridad.
Pero Laura apartó rápidamente la mirada, sonrió con su dulzura habitual, y abrazando la almohada, acomodó en ella su cara dolorida. Adriana ya no pudo interrogarla. A poco se quedó dormida. La pantalla verde, muy caída sobre la lámpara, en el velador, ponía grandes penumbras en el resto de la habitación. Detrás de Adriana estaba Carmen, que había entrado silenciosamente.
Sólo deseaba una cosa: dormir. «Como he respirado demasiado tiempo el aire frío...», se dijo, bostezando. El otro, en el espejo, también bostezó. Guardó la navaja, apagó la lámpara y las velas y se dirigió a la alcoba. No tardó en dormirse, hundida en la almohada la faz, aquella pobre faz, que al día siguiente haría reír a todos: a sus colegas, a sus discípulos, a su mujer y a él mismo.
31 Si yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio no es verdadero. 32 Otro es el que da testimonio de mí; y sé que el testimonio que da de mí, es verdadero. 34 Pero yo no tomo el testimonio de hombre; sino digo estas cosas, para que vosotros seáis salvos. 35 El era lámpara que ardía y alumbraba; mas vosotros quisisteis recrearos por una hora a su luz.
Con religioso respeto los contempla, colocándose bajo la lámpara. DON FARRUQUI
Clotilde quedó inmóvil y adormilada, como en reposo absoluto de espíritu y de cuerpo; apenas se notaba su respiración. A Julia se le apagó la lámpara, y cogiéndola sin llamar a nadie, la sacó fuera para que no diese tufo, yendo a dejarla en uno de los cuartos inmediatos. Ya era día claro.
Palabra del Dia
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