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Actualizado: 21 de junio de 2025


Helvidio hace jurar al desdichado amante que, en caso de conseguir algún día la mano de Angélica, edificará en el paraje en donde se levanta la ermita una hermosa iglesia con un hospital para los pobres caminantes.

Había que evitar con cuidado burlarse de él o contrariarlo, porque entonces montaba en ira, apretaba los puños, las venas de las sienes se le hinchaban como cuerdas; y, cuando se ponía a jurar, todo el mundo temblaba y hasta los perros huían. N. del T. Su esposa era una mujer dulce, tranquila y sumisa. ¿Habría podido ser acaso de otro modo?

De modo que, cuando me veía otra vez en mi vasta casa vacía, en la que podía silbar, jurar, gritar, echar pestes y maldiciones a mi gusto, y hacer Dios sabe cuántas cosas más, sin chocar ni incomodar a nadie, experimentaba un verdadero bienestar y me decía más de una vez: «¡A Dios gracias! ¡todavía soy libre

La diosa, vencida de tanta humildad, solía tenderle una mano y levantarle haciéndole jurar que no volvería más a quebrantar sus preceptos. De muy buen grado lo haría Miguel si no se huyeran de este modo los misteriosos deleites que gozaba en sus enojos.

¡No hay levas conmigo! replicó Monipodio . ¡La bolsa ha de parecer, porque la pide el alguacil, que es amigo y nos hace mil placeres al año! Tornó a jurar el mozo que no sabía della. Comenzóse a encolerizar Monipodio, de manera, que parecía que fuego vivo lanzaba por los ojos, diciendo: ¡Nadie se burle con quebrantar la más mínima cosa de nuestra orden; que le costará la vida!

Pero yo, ¿cómo puedo imitalle en las locuras, si no le imito en la ocasión dellas? Porque mi Dulcinea del Toboso osaré yo jurar que no ha visto en todos los días de su vida moro alguno, ansí como él es, en su mismo traje, y que se está hoy como la madre que la parió; y haríale agravio manifiesto si, imaginando otra cosa della, me volviese loco de aquel género de locura de Roldán el furioso.

Sin embargo, ya estaba demasiado cerca del paredón para que esto no constituyese un peligro. Al menos don Melchor así lo entendió, porque comenzó a jurar por lo bajo y a mostrarse inquieto. No pudiendo resistir más, a sabiendas de que no le habían de oir, gritó: Aferra las gavias, Domingo. ¿Qué aguardas?

Pero ¿conocían los hijos los proyectos de sus padres? ¿Los tenían por buenos y los habían aceptado con gusto? Don Alejandro podía jurar que de sus labios no había salido una palabra dirigida a Nieves, con intento de descubrírselos. Su hermana Lucrecia aseguraba lo propio con relación a su hijo. ¿Sería verdad?

30 Oirás pues la oración de tu siervo, y de tu pueblo Israel; cuando oraren en este lugar, también lo oirás en el lugar de tu habitación, desde los cielos; que oigas y perdones. 31 Cuando alguno hubiere pecado contra su prójimo, y le tomaren juramento haciéndole jurar, y viniere el juramento delante de tu altar en esta Casa;

Me lo hizo jurar a también; y Carlos, cuando estuvo restablecido, partió para un país extranjero, para Inglaterra; pero antes de partir me encargó que velara por usted, y, fiel a este encargo, no la he abandonado, me he ocultado para verla, y para escribirle de usted: «La he visto». Pero hace algunas semanas que le escribí: «Está muy enferma»... Entonces lo ha dejado todo y ha vuelto.

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