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Actualizado: 12 de julio de 2025


Grande fue la sorpresa de la anciana y del moro al verla aparecer a la mañana siguiente muy temprano, agitada, trémula, echando lumbre por los ojos. El diálogo fue breve, y de mucha substancia o miga psicológica. «¿Qué te pasa, Juliana? le preguntó Nina tuteándola por primera vez. ¿Qué me ha de pasar? ¡Que los niños se me mueren! ¡Ay, Dios mío, qué pena! ¿Están malitos?

Dio Juliana las explicaciones que su súbdita le pedía, sin herir a Nina ni ponerla en mal lugar, demostrando en esto finísimo tacto. «Y quedasteis... en que no puede venir a verme, por temor a que nos contagie de esa peste asquerosa. Has hecho bien. Si no es por ti, me vería expuesta, sabe Dios, a que se nos pegara la pestilencia... Quedasteis también en que recogería las sobras de la comida.

Pues lo tomo, señora dijo Nina gozosa ; que esto no es de despreciar... Vienen a estas pesetillas como caídas del cielo, porque tengo una deuda con la Pitusa, calle de Mediodía Grande, y lo arreglamos dándole yo lo que fuera reuniendo, y peseta por duro de rédito. Con esto llego a la mitad y un poquito más. Pedradas de estas me vengan todos los días, señora Juliana.

Cuando la criminal entró, el marido había mandado encender luz y estaba sentado junto a la mesa de la sala. «¿De dónde vienesle preguntó. «Me parece replicó ella , haberte dicho que iba a comprar este retor». Mostró un envoltorio, después un paquetito, y otro. «¿Ves?... la sopa Juliana que tanto te gusta...».

Mañana mismo iré a ver a un amigo que tengo en la Delegación... Pero no se olviden: , Polidura, ten cuidado y no metas la pata... Si sabe Juliana que alquilé la bicicleta, ya tengo máquina para un semestre. ¿Va usted a volver al Pardo?... Puede. ¿Y usted, maneja el pedal? No lo he probado. En todo caso, yo iría a caballo.

Hermana Penchang, la vieja devota en cuya casa servía Julî, lo supo, soltó dos ó tres ¡susmariosep! se santiguó y añadió: Muchas veces nos envía Dios esas cosas porque somos pecadores ó porque tenemos parientes pecadores á quienes debiéramos haber enseñado la piedad y no lo hemos hecho. Estos parientes pecadores querían decir Juliana; para la devota, Julî era una gran pecadora.

Al despedirse, Juliana dio besos a Obdulia, y a Frasquito un apretón de manos, ofreciéndose a plancharle las camisolas, al precio corriente, y a volverle la ropa, por lo mismo o menos de lo que le llevaría el sastre más barato.

No le faltaba más que el palo para parecerse a los que en vísperas de Navidad conducen por las calles las manadas de pavos. ¡Cómo se clareaba el despotismo hasta en sus menores movimientos! Doña Paca era la res humilde que va a donde la llevan, aunque sea al matadero; Juliana el pastor que guía y conduce.

«Más cuenta le tiene afirmó Juliana mandarle para su tierra. Luejos, luejos dijo Almudena . Dir nos Hierusalaim. No está mal. 'De Madrid a Jerusalén, o la familia del tío Maroma.... Bueno, bueno. A otra cosa, mujercita mía, no pegues y escucha. No he podido hacer tus encargos, porque... te digo que no pegues. Porque te has ido al billar, granuja... Sube, sube, y ajustaremos cuentas.

Palabra del Dia

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