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Actualizado: 17 de julio de 2025
Por delante de las grandes nubes de un color violeta obscuro que se amontonaban allá en el horizonte sobre las cuatro o cinco casas de El Moral cruzaban velozmente otras pequeñas y blancas como jirones arrancados de una gasa; signo cierto de borrasca. María sintió de pronto vibrar el cristal en que se apoyaba. Una ráfaga de aire y de lluvia había azotado con fuerza la ventana.
Abrí la boca para contestarle agriamente, pero contúvome la prudencia, pues pensé que por vengarse y contrariarme, era muy capaz Susana de chamuscar el pavo. Poco tiempo después pasamos al comedor, y no pude menos que echar una mirada desolada sobre los tapices sucios y usados que caían en jirones. ¡Y luego Susana tenía un modo tan original de tender la mesa!
Saltando de piedra en piedra, subiéndose a los árboles y jugando y enredando todo el día y cantando como los pájaros, cuanto se le pone encima conviértese pronto en jirones.... Pues yo he observado en la Nela dijo Carlos algo de inteligencia y agudeza de ingenio bajo aquella corteza de candor y salvaje rusticidad. No, señor, la Nela no es tonta ni mucho menos.
En torno de ella percibíanse grandes jirones de espuma que crecían y menguaban alternativamente ciñéndola de un blanco cinturón de encaje. El viento soplaba recio, pero franco y benigno, porque tenía espacio donde extenderse. Las tres falúas con las velas desplegadas cortaban el agua una en pos de otra como otras tantas gaviotas que se persiguieran.
Viajemos á capricho lejos de las matas gramíneas que se balancean á nuestro lado á la otra parte de los álamos que hacen sombra á la fuente, y de los surcos que rayan la falda de la colina; más allá todavía de las ondulaciones vaporosas de las crestas que marcan las fronteras del valle y de los blancos jirones de nubes que festonean el horizonte.
No había un alma en los campos... Nuestra hermosa Provenza católica otorga los domingos descanso a la tierra... Los perros solos en los hogares, las granjas cerradas... De vez en cuando, una galera de «ordinario» con el toldo chorreando; una vieja, cubierta la cabeza con su mantón de color de hoja seca; mulas engalanadas con guarnición de esparto azul y blanco, madroños rojos, cascabeles de plata, tirando de una carreta en las que las gentes de las masías van a misa; después, allá abajo, por entre los jirones de la bruma, una barca en el río y un pescador de pie, lanzando su esparavel.
El húmedo viento de otoño pasaba por delante de la casa en cortas ráfagas, y hacía estragos en las cimas medio deshojadas de los álamos que se inclinaban con un crujido los unos sobre los otros. Ni una sola estrella en el cielo; sin embargo, una luz incierta permitía distinguir las nubes más obscuras, que pasaban, arrastradas en rápida carrera, desgarradas en jirones.
Ya agrupados, ya dispersos; unas veces escalonados sobre una línea recta, y otras formando círculo alrededor de la bestia; apaleando las malezas, sacudiendo los arbustos, trepando a los árboles, destrozándose el calzado con las raíces y troncos, y dejándose jirones de ropa entre las ramas de los arbustos, arrollábanlo todo como una tempestad; pero el gato endiablado corría más que el viento.
Yo no exclamé con espanto, deseando alejarme de allí. Doña María se acercó al cuerpo y lo examinó. Una venda dijo uno. Doña María arrojó un pañuelo sobre el cuerpo, y quitándose luego un chal negro que bajo el manto traía, hízolo jirones y lo tiró sobre la arena.
A los pies, bastante más abajo de la cima, ve uno lo que la muchedumbre inferior llama el cielo: las nubes que viajan lentamente por la ladera de los montes, se desgarran en los ángulos salientes de las rocas y en las entradas de las selvas, dejan á un lado y á otro jirones de niebla en los barrancos, y después, volando por encima de las llanuras, proyectan en ellas sus sombras enormes, de formas variables.
Palabra del Dia
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