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Actualizado: 19 de octubre de 2025


El novio montaba en un caballo, llevando la hembra a la grupa; todos los chavales, jinetes en sus mejores bestias, les daban escolta, llevando también a ancas las mozas del barrio, y la vistosa cabalgata partía al trote por los campos, como si esta ceremonia fuese una iniciación del matrimonio en la vida andariega de la raza.

256 Como lumbriz me pegué al suelo para escuchar; pronto sentí retumbar las pisadas de los fletes, y que eran muchos jinetes conocí sin vacilar. 257 Cuando el hombre está en peligro no debe tener confianza; ansí tendido de panza puse toda mi atención y ya escuché sin tardanza como el ruido de un latón.

Cada uno de los aparatos era manejado por tres barberos, que rascaban con energía este cutis humano más grueso que el de un elefante del país, llevándose una gruesa ola de espuma, con las cañas negras de los pelos cortadas al mismo tiempo. Abajo, en torno de las piernas del Hombre-Montaña, el desorden iba en aumento. Los jinetes eran escasos para contener la creciente muchedumbre de curiosos.

Llegados ambos jinetes con los tres caballos á la entrada del palenque, dió el escudero aquel vibrante toque que tanto sorprendió á los espectadores. ¿Quién es ese caballero, Chandos, y qué desea? preguntó el príncipe Eduardo. Á fe mía, replicó el canciller con no disimulada sorpresa, que ó mucho me engaño ó es un noble francés.

El cordón de peones y jinetes empujó á la muchedumbre hasta los linderos del bosque, dejando completamente limpia la pradera. Entonces, la doctora, desde lo alto de su carro-lechuza, volvió á valerse del portavoz. Gentleman Montaña, puede usted incorporarse.

Al cabo dijo, entablando nuevamente conversación: Ya te había visto antes de venir aquí. ¿Dónde? preguntó ella afectando sorpresa. En la carretera. Salí esta tarde a dar un paseo a caballo y me crucé con la silla de posta. Te conocí perfectamente. Pues yo no te he visto... Recuerdo que encontramos dos o tres jinetes antes de llegar a Lancia, pero no he conocido a ninguno.

En el corral sólo se veían hombres vestidos de seda y bordados, jinetes amarillos con grandes castoreños, alguaciles a caballo, y los mozos de servicio con sus trajes de oro y azul.

14 Y juntó Salomón carros y gente de a caballo; y tuvo mil cuatrocientos carros, y doce mil jinetes, los cuales puso en las ciudades de los carros, y con el rey en Jerusalén. 15 Y puso el rey plata y oro en Jerusalén como piedras, y madera de cedro como cabrahigos que nacen en los campos en abundancia.

Trescientos escopeteros, que habían salido Dios sabe de dónde, eran capitaneados por el presbítero D. Ramón de Argote. ¿No es verdad que hubiera estado mejor diciendo misa? A caballo éramos tres mil, fuerza no muy grande si se considera que íbamos a operar en país entrellano y contra jinetes muy aguerridos; pero, en cambio, nuestra artillería era de primer orden.

Avanzaron los jinetes con gran trabajo entre la confusa muchedumbre. La curiosidad que inspiraban las originalidades de doña Sol había atraído a casi todas las damas de Sevilla. Las amigas la saludaban desde sus carruajes, encontrándola muy hermosa en su traje varonil.

Palabra del Dia

mármor

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