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Actualizado: 19 de octubre de 2025


Multitud de jinetes castellanos corrían en todas direcciones, sin hallar al enemigo, confundiéndolo en la obscuridad con sus aliados los franceses. En tanto el barón, Roger y los dos arqueros con su cautivo salían del campo por otro lado, sin hallar á su paso más que dos á tres grupos de soldados, que sorprendieron y dispersaron fácilmente.

Un perro que salió furioso á ladrarle no logró aminorar su escape y se retiró pronto mohino jurando que jamás en su vida había visto correr de aquel modo á un caballo con dos jinetes. Lejos ya tropezaron una carreta tirada por dos bueyes.

Pero de repente sonó en las calles de Elizondo estrépito de caballería; llegaron muchos jinetes a la casa del párroco; se apearon y el jefe de ellos entró en la casa sin pedir permiso ni hacer caso del cura, que salió trinando y bufando a pedir cuenta de tan irreverentes ruidos. A pesar de esto, la calidad del personaje exigía que se pasase recado a Su Majestad.

Como mi novela Los cuatro jinetes del Apocalipsis ha sido convertida en film más extenso y costoso de todos los que se conocen hasta el presente, y el cual obtiene en los Estados Unidos un éxito que durará años , recibí de Nueva York, como ya he dicho, el encargo de escribir un relato novelesco que pudiera servir para una obra cinematográfica de «interés y novedad».

Salieron nuevos jinetes, y otra vez se repitió el repugnante espectáculo. Apenas se aproximaba el picador con la garrocha por delante, ladeando el jaco para que el ojo vendado no le permitiese ver a la fiera, era instantáneo el choque y la caída.

Lo mismo sucedió cuando poco después llegaron á escape y perseguidos los jinetes mandados por Sir Guillermo Fenton, sin que el enemigo se atreviera á continuar la persecución en la espesura, donde evidentemente se hallaban emboscados los ingleses en considerable número.

Cuando le llamaban bruto con acento de admiración, sonreía orgulloso de su raza. Bruto, : como lo habían sido sus mejores abuelos: como lo fueron siempre los caballeros de Jerez, espejo de la nobleza andaluza, arrogantes jinetes formados en dos siglos de batalla diaria y continua algarada en tierras de moros, pues por algo Jerez se llamaba de la Frontera.

Los dos jinetes galoparon hacia el grupo de toros, y cerca de ellos detuvieron sus cabalgaduras, poniéndose de pie en los estribos, agitando en el aire las garrochas y dando fuertes gritos para asustarlos. Un toro negro y de fuertes piernas se separó del grupo, corriendo hacia el fondo del cerrado.

Pueblo a pueblo se ha estado defendiendo un siglo entero del francés, huyéndole unas veces, otras cayéndole encima, con todo el empuje de los caballos, y despedazándole el ejército: China le mandó sus jinetes de pelea, porque tampoco quieren los chinos al extranjero en su tierra, y echarlo de Anam era como echarlo de China: pero él francés es de otro mundo, que sabe más de guerras y de modos de matar; y pueblo a pueblo, con la sangre a la cintura, les ha ido quitando el país a los anamitas.

Marchó Gillespie hacia la ciudad, precedido de un escuadrón de jinetes y numerosos trompeteros. Las murallas de la capital, levantadas en tiempos de los viejos emperadores, habían sido destruidas años antes para el ensanche urbano. Pero quedaba en pie una de las antiguas puertas, flanqueada por dos torres de una arquitectura elegante y original, que había contribuído á que la respetasen.

Palabra del Dia

mármor

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