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Y digo mal como en todas partes: en las ciudades populosas, en los grandes centros de civilización, hay otras distinciones que se ambicionan tanto o más que el dinero, porque abren camino y dan crédito y consideración en el mundo; pero en los pueblos pequeños, donde ni la gloria literaria o científica, ni tal vez la distinción en los modales, ni la elegancia, ni la discreción y amenidad en el trato, suelen estimarse ni comprenderse, no hay otros grados que marquen la jerarquía social sino el tener más o menos dinero o cosa que lo valga.

El Arcipreste renunciaba a la Regenta, ¿pues qué dignidad seguía? la suya; la jerarquía indicaba al Arcediano.

Mi querido inspector general comienza el hombre gordinflón, estoy contentísimo de verle otra vez... ¿Ha tenido usted buen viaje? Excelente, querido Voinchet... pero ¿cómo es eso, vas a tratarme de usted ahora, que eres mi más antiguo amigo? ¡Dios mío murmura Voinchet, creí que las conveniencias de la jerarquía!...

Por la mañana muy temprano se toca diana y se procede á repartir las guardias de avanzadas y centinelas, lo que es motivo para que se originen serios disgustos, pues como es muy extraño encontrar entre éllos un soldado, ya que casi todos tienen elevada jerarquía militar, no se conforma un comandante con hacer centinela ó estar tres horas sobre un árbol en las avanzadas vigilando al enemigo.

Un placer humano, aunque de la más baja jerarquía, es el de la mesa. Los animales comen el alimento en crudo. El hombre hace pasar el alimento por la cocina; lo condimenta, lo sazona, le infunde sabores varios y sutiles. El buey come hierba ahora como en la edad de piedra, y la rumia como entonces, sin haberle añadido complicaciones ni gustos nuevos.

Fermín le temía sin odiarle. Veía en él un enfermo, «un degenerado», capaz de los mayores extravagancias por su exaltación religiosa. Para Dupont, el amo lo era por derecho divino, como los antiguos reyes. Dios quería que existiesen pobres y ricos, y los de abajo debían obedecer a los de arriba, porque así lo ordenaba una jerarquía social de origen celeste.

Por lo demás, ama y criada, guardando siempre cada cual su posición y grado en la jerarquía social, se identificaron por tal arte, que se diría que no había en ellas sino una voluntad, los pensamientos mismos y los mismos propósitos. Todo era orden, método y arreglo en aquella casa. Apenas se gastaba en comer, porque ama y criada comían poquísimo.

Luego se ocupa en sembrar al aire libre zanahorias, perifollos, escarolas diversas, coles de Milán rizadas, brécoles, malpicas, perejil y otras muchas clases que constituyen la jerarquía ensaladesca, y entre las cuales hay excelentes personas que nos acompañan á la mesa y se dejan comer. También atiende á una faena tan interesante como útil.

Todos los esfuerzos de la primera, todas sus meditaciones, todos sus desvelos y todas sus consultas al espejo antes de darse a luz en los sitios más públicos de la villa, hecha un brazo de mar y cargada de relumbrones, no lograron colocarla en jerarquía más alta que la correspondiente al nombre de la tabernera, con el cual se la designó desde el primer día en que se hizo notar por sus humos estrafalarios.

Los amos y los criados, los ricos y los pobres unidos todos en Dios, amándose con fraternidad cristiana, conservando cada cual su jerarquía y la parte de bienestar que el Señor hubiera querido concederles. Los viñadores caminaban apresuradamente. Algunos corrían para adelantarse a sus compañeros, llegando cuanto antes a la ciudad. Desde la noche anterior que les esperaban en Jerez.