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Actualizado: 23 de junio de 2025


Pero este tormento, aunque nada tenía que envidiar a los de los mártires del Japón, padecíalo, si no con gusto, con varonil entereza. Pensaba que siempre ha costado enormes sacrificios civilizarse y civilizar un país. Al cabo de los dos meses comenzó el eterno tic tac de los floretes. Pero sin abandonar por eso el tormento de las piernas.

Dentro de un cercado de cañas están los lirios y los cerezos del Japón, en sus tibores de porcelana blanca y azul. Al pie de un palmar, con las paredes de cuanto tronco hay, está el pabellón de Aguas y Bosques, donde se ve cómo se ha de cuidar a los árboles, que dan hermosura y felicidad a la tierra.

Un día recibió el emperador un paquete que decía «El Ruiseñor» en la tapa, y creyó que era otro libro sobre el pájaro famoso; pero no era libro, sino un pájaro de metal que parecía vivo en su caja de oro, y por plumas tenía zafiros, diamantes y rubíes, y cantaba como el ruiseñor de verdad en cuanto le daban cuerda, moviendo la cola de oro y plata: llevaba al cuello una cinta con este letrero: «¡El ruiseñor del emperador de China es un aprendiz, junto al del emperador del Japón

¡Ah, qué desgracia! exclamó Judit, dando al olvido, instantáneamente, el desorden de su traje. ¡Del Japón! dijo la tía con acento desesperado. ¡Y que valía lo menos quinientos francos. No tanto repuso la joven, pero era realmente japonés. Vamos, ¿está usted dispuesta? dijo Arturo, que ni siquiera había escuchado la observación de Judit. En seguida. Tía, mi chal... los guantes...

Un día leyó en un diario francés que la Náyade había anclado ante Ky-Tcheou, en el mar del Japón, para pedir reparación del insulto hecho a unos misioneros franceses; Le Bris rompió el periódico para que su lectura no pudiese suscitar la menor conversación sobre la señora Chermidy.

Hemos estado riendo a mandíbula batiente hasta las doce y media de la noche. »Figúrese usted, mi querido doctor, que la Náyade había anclado delante de Ky-Tcheou. No he podido encontrar de ningún modo en el mapa donde cae eso, y estoy desesperada. Los geógrafos de hoy son seres muy incompletos. Ky-Tcheou debe estar al sur de la península de Corea, en el mar del Japón.

Los barcos de la flota que Kubilai-Kan envió a la conquista del Japón, dispersos e impulsados por una tempestad, pudieron llegar acaso al Fusang misterioso; pero de seguro que jamás volvieron de allí trayendo nuevas de lo que habían visto.

De 1618 es el Triunfo de la fee en los reynos del Japón, opúsculo histórico, hecho de encargo, en que se relata el suplicio de los primeros mártires en las tierras del Extremo Oriente. La Docena parte de comedias es publicada en 1619.

Era una avenida de laureles y cipreses, con bancos curvos de mármol, y teniendo por fondo una columnata en semicírculo. A me hubiese gustado plantar palmeras, muchas palmeras, de Africa, del Japón y del Brasil, como las que hay en los jardines del Casino. Pero el príncipe y don Atilio las aborrecen.

Los nombres de las reducciones ó pueblos de esta nueva cristiandad, son el pueblo de los Santos Apóstoles, el de la Concepción, el de los Santos Mártires del Japón, el de Santa María la Mayor, el de San Francisco Xavier, el de San Nicolás, el de San Luis Gonzaga, el de San Lorenzo, el de San Juan Bautista, el de San Miguel, el del Ángel de la Guarda, el de Santo Tomás Apóstol, el de San Francisco de Borja, el de Jesús María, el de Santa Cruz y el de los Santos Reyes.

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