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Actualizado: 7 de mayo de 2025
María tomó la guitarra que Pepe Vera le presentó de rodillas, y cantó: Más quiero un jaleo pobre, y unos pimientos asados, que no tener un usía desaborío a mi lado. A esta copla respondió un torbellino de aplausos, vivas y requiebros, que hicieron retemblar las vidrieras. Stein se puso rojo como la grana, menos de indignación que de vergüenza.
No lo dudes; si fuese posible que don Andrés se prendase de mí hasta el extremo de querer casarse conmigo, yo le despreciaría por amor tuyo, aunque fueses tú mil veces más pobre de lo que eres; yo le cantaría la copla que dice: Más vale un jaleo probé y unos pimientos asaos que no tener un usía esaborío a su lao. Don Paco, al oír esto, apenas pudo ya contenerse y ocultar su emoción.
Choca ver a Fausto bailando con una bruja joven, en indecente jaleo y cantando coplas picarescas y lascivas, después de haber muerto traidoramente al hermano de su querida y hallándose ésta en el mayor peligro, desconsuelo y abandono.
Bringas, que de todo se enteraba, dijo a su esposa: «Ya oí tus secreteos con la Tellería en la puerta. ¿Y qué tal? ¿Ha caído algún bobo?... ¡Pobre mujer! De veras te digo que más vale comer en paz un pedazo de pan con cebolla, que vivir como esa gente, entre grandezas revestidas de agonía... ¡Y esta noche gran jaleo!... Te juro que les tengo lástima».
Penetraban además por la ventana-vergel el lejano y confuso rumor del jaleo de la casa de campo, que estaba al otro extremo, el murmullo monótono de una fuente que había en el jardincillo, y el aroma de los jazmines y de las rosas que tapizaban la ventana, mezclado con el de los don-pedros, albahacas y otras plantas, que adornaban los arriates al pie de ella.
Y si aún asimismo no consiguiera alegrarse, átese los «paliyos» a los «dediyos» que han de ser seguramente muy remononos, y dése tres «pataítas», con el cuerpo retrechero en jarras y los brazos en vuelo, que es la postura de los ángeles terrestres. Desde aquí la acompañará mi jaleo con los sacrosantos: ¡olé! ¡olé!...
Yo no soy más que un empleado, Luis: un dependiente de Sánchez Morueta. ¡Y figúrate lo que haría doña Cristina si me viese mezclado en el jaleo; lo que diría el mismo Pepe, que tan cambiado está!... Bastante hago con defenderme y quedar á un lado, pues por su gusto iría esta tarde camino de Begoña.
Sabido es, por otra parte, que la guitarra es el instrumento popular de los españoles y que es común en América. En Buenos Aires, sobre todo, está todavía muy vivo el tipo popular español, el majo. Descúbresele en el compadrito de la ciudad y en el gaucho de la campaña. El jaleo español vive en el cielito; los dedos sirven de castañuelas.
Hay allí una muchacha ciega, a quien llaman la Tiñosa, la cual canta el jaleo y el ole con tanto primor, que oyéndola he sentido emociones dulcísimas y me he trasportado a las últimas, a las más remotas regiones de lo ideal.
Era harto feo de cara, pero en ella, y singularmente en la viveza penetrante de sus ojillos, se revelaba su inteligencia y su astucia. Nadie podía acusarle de que murmurase, pero harto se notaba, a pesar de su disimulo, que el señor Vandenpeereboom aguantaba con repugnancia la presencia a bordo de las dos aventureras y el jaleo continuo que allí armaban.
Palabra del Dia
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