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Involuntariamente se echó a reír, y toda la gente menuda se rió también, y sin saber por qué se sintieron muy felices. Unas semanas después de esto, y en un día caluroso, sucedió que a dos chicos pernicortos les pasó una desgracia en el umbral de la escuela con un cubo de agua que habían traído laboriosamente desde la fuente, y que la compasiva doña María tomó el cubo para llevarlo a su destino.

El Padre Ambrosio fue el único que entrevió el tempestuoso estado del ánimo de Fray Miguel y la ambición y la envidia que le devoraban y que el propio Padre Ambrosio, al principio irreflexiva e involuntariamente, había con sus discursos solevantado y exacerbado.

Así como los barberos iban cortando la vegetación capilar, la amontonaban en haces, atando éstos con un cabello suelto, lo mismo que si fuesen gavillas de trigo. Ya eran tantos, que los segadores se movían con dificultad, y uno de ellos empujó involuntariamente uno de los haces, haciéndolo rodar por las laderas del cráneo.

¡Allí está, allí está! dijo como involuntariamente, y reprimiéndose enseguida que lo había dicho, una de las hermanas de Sol, la mayor, la que no era bella, la que no tenía más que dos ojos muy negros y acariciadores, expresivos y dulces como los de la llama, el animal que muere cuando le hablan con rudeza. ¿Quién? No, no era nadie: Juan Jerez, en el balcón de Lucía. , ya lo veo.

Si a pesar de tanta riqueza de ingredientes el pasto espiritual que doy al público resulta desabrido o empalagoso, no te negaré que he de afligirme, pero me servirá de consuelo lo inocente de mi trabajo. Nada más inocente que componer un libro de entretenimiento aunque no entretenga. Con no leerle evitará toda persona discreta el mal que involuntariamente pudiera yo causarle.

Vuelve los ojos, y bajo una bóveda, cuajada tambien de figuras, ve un sepulcro, un cetro y una corona sobre la losa, una que otra bandera; comprende que está alli enterrado un héroe y dobla involuntariamente la rodilla. Yace dentro de aquel sepulcro S. Fernando.

No citaré ninguno de esos casos; pero, ¿quién no recuerda en Bogotá la historia terrible de aquel anciano que habiendo ofendido involuntariamente a un hombre joven y de pasiones profundas, le pidió públicamente perdón, se arrodilló a los pies del arzobispo para que éste evitara el encuentro a que su adversario lo incitaba de una manera implacable; hizo, en una palabra, cuanto es dado hacer a un hombre para aplacar a otro?

Preví un peligro, preví para el más enorme de los infortunios, pero arrostré el peligro con valor porque sobre todo prevalecía mi afán de que ella fuese perfecta, inmaculada, tan hermosa como yo de cuerpo y mil y mil veces más hermosa de alma; conseguido esto, me sentía yo con fortaleza bastante para sufrir que ella, desde la elevación moral en que iba a verse, tuviera harto involuntariamente que despreciarme y que avergonzarse de .

Después de algunas palabras que se le habían escapado involuntariamente, y de lo que Teobaldo me había dicho, comprendí que en el instante en que debíamos unirnos para siempre, un deber imperioso, sagrado, un deber que yo no podía explicarme, le había separado de ... ¡Volvía a , me amaba siempre; era libre, y yo estaba unida a otro hombre, estaba encadenada para siempre!

Bajo el influjo de la primera impresion creí hallarme en el memorable restaurant Champeaux, plaza de la Bolsa, é hice involuntariamente ademán de irme, pero la memoria de los tres francos me detuvo.