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Actualizado: 27 de junio de 2025
Ella conocía las opiniones de algunos militares de países neutros; había hablado en Biarritz con personas de gran competencia; sabía lo que decían los periódicos de Alemania. Nadie creía allá en lo del Marne. El público ni siquiera conocía esta batalla. ¿Tu hermana dice eso? interrumpía Desnoyers, pálido por la sorpresa y la cólera.
El cura avanzó en aquel instante con los sagrados óleos. Todos los circunstantes doblaron la rodilla. Reinó silencio aterrador, que sólo interrumpía el murmullo del clérigo y el estertor del moribundo. Cuando aquél concluyó, Baldomero dirigió otra sonrisa a su hermano y le tendió la mano diciendo con trabajo: Mis chiquitine...
Por encima de las botellas, por encima del estante, por encima de los hombros del amo, se veía saltar un gato enorme, que pasaba la mayor parte del día acurrucado en un rincón, durmiendo el sueño de la felicidad y de la hartura. Era un gato prudente, que jamás interrumpía la discusión, ni se permitía maullar ni derribar ninguna botella en los momentos críticos. Este gato se llamaba Robespierre.
Pero el discípulo de Deusto temía aparecer vencido á los ojos de Pepita, é interrumpía al doctor con exclamaciones burlonas ó con gestos escandalizados. «Está loco: este hombre está loco.» Aprovechando una pausa de Aresti, colocó la objeción que tenía preparada. Criticar era fácil. Pero ya que el doctor encontraba tan defectuosa la moral cristiana, debía decir cuál era la suya.
Otra página blanca interrumpía de nuevo el diario bruscamente; y en la que seguía no había más que este escrito: «¡Padre, padre mío, vive! ¡Vive para mí!...» Y nada más.. A Ferpierre le parecía oír el grito del desesperado ruego que desde la cabecera del padre agonizante, exhalaba el pecho de la hija amorosa.
Tornó á brotar en su pecho la pura alegría que siempre le acompañaba, manifestándose al exterior de una manera infantil. Empezó á charlar por los codos y á caminar con más celeridad. De buena gana hubiese dado brincos. Cuando alguna rama ó vástago importuno interrumpía el camino, ya de muy lejos se daba á correr para separarlo y que la condesa pasase cómodamente.
»Ahora, hasta papá me llama «Vuestra Gracia», y cuando hablan de mí entre ellos dicen siempre: «Su Gracia la Marquesita.» ¡Mi Gracia está muy agradecida a tanta gracia!... »El Conde lo he sabido hoy, es más joven que papá: tiene cuarenta y cuatro años. No sé si esto me agrada o me desagrada...» Una página blanca interrumpía el diario en este punto.
Todo sea por Dios dijo, con emoción el viejo, al ver que Isidora se interrumpía para llorar . Pero ¿qué es eso, hija mía, comparado con lo que Cristo padeció por nosotros? Mi madre murió en aquellos días prosiguió Isidora, casi completamente ahogada por el llanto . Aquel día, ¡oh Dios mío, qué día!, mi padre hizo los disparates más atroces; no lloró, no se afectó nada.
En uno de los extremos asomaba entre almohadas una cabeza reclinada con abandono. Era un semblante desencajado y anémico. Dormía. Su sueño era un letargo inquieto que se interrumpía a cada instante con violentas sacudidas y terrores. Sin embargo, parecía estar más sosegada cuando al medio día volvió a entrar en la pieza el padre de Florentina, acompañado de Teodoro Golfín.
Los canacos, los libertos y los soldados que pasaban los miraban con curiosidad. Al volver una cabaña, Jacobo tiró la caja y ya con sus movimientos libres se puso al lado de Cristián. Atravesaron un bosquecillo de tamarindos que interrumpía la duna y se encontraron solos.
Palabra del Dia
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