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Sardou, que se indignó hasta el insulto contra el famoso Irwing, porque éste había representado el papel de Robespierre con botas de reverso y no con medias blancas de seda, no permite que nada quede encomendado á la discreción ó cuidado de los actores.

Hazme el favor de dejarme. He dicho que me iba y no me vuelvo atrás profirió en tono resuelto frunciendo el entrecejo. El guapo se enfureció otra vez, y olvidando toda galantería, la insultó groseramente.

Siguiendo su acostumbrado procedimiento, Roque Simón insultó y prendió sin motivo alguno, en 8 de Octubre de 1636, á un panadero del Salvador, llamado Lope Gordillo; pero aquel atropello no le salió tan bien como todos, pues sabiéndolo el teniente mayor del Asistente, que tenía deseos de poner ya coto al escribano, hizo prender á Roque, llegando á tanto la osadía de amigos y compinches que la sala de alcaldes se llevó la causa.

Luego dejó caer la pierna otra vez, y ésta, como si obedeciese á un poder diabólico enemigo de Momaren, volvió á cerrar herméticamente la ventana. Rugió de cólera la concurrencia, viendo en esto un nuevo insulto para todos. El Hombre-Montaña quería burlarse de ellos.

Llama, por último, á Rodrigo, que se encoleriza observando la preferencia que su padre ha dado á sus hermanos más jóvenes, y cuando estrecha también su mano, exclama colérico que le daría un bofetón si no fuera su padre. «Ya no fuera la primerale contesta Don Diego; demuestra su alegría en un fogoso discurso al ser testigo del varonil orgullo de su hijo, y le encarga que vengue el insulto hecho á su honor.

¡Ah ladrón, profeta falso! gritó el estanciero con voz estentórea. Pero Desnoyers no se inmutó ante el insulto. Había oído muchas veces á su patrón las mismas palabras cuando comentaba algo gracioso ó al regatear con los compradores de bestias.

Maltrana también le había visto irritado, con la cólera del loco pacífico que pierde su tranquilidad. Le saludaban con blasfemias cuidadosamente rebuscadas para provocar su furor. Al principio las acogía cerrando los ojos, bajando la cabeza, como un mártir en las primeras angustias del tormento; pero su paciencia se agotaba al ver que el pecador insulto iba abarcando toda la corte celestial.

Así pago, así paga un cafre de allende el Pirineo, el insulto cobarde de un novelista mal educado y aturdido. Almorzamos bastante bien en el establecimiento de caldo de la calle de Montesquieu, y á las seis y media de la tarde entrábamos en el restaurant de San Jacobo, calle del Rívoli, en donde ya nos esperaban el viejo Lesperut y su hijo Hipólito, teniéndonos reservados dos asientos en su mesa.

Un fulgor de orgullo y de cólera pasó por sus ojos, y echó el busto adelante agresivamente, como si acabase de sufrir un insulto. ¡Quieto, Gallardo!... Si sigue usted así, no será mi amigo y lo pondré en la puerta. El torero pasó de la acción al desaliento, quedando en una actitud humilde y avergonzada. Así transcurrió un largo rato, hasta que doña Sol acabó por apiadarse de Gallardo.

Cuando pienso en él, creo que voy á morir. ¡No saber nada! ¡no poder nada!... Necesito distraerme, pensar en otras cosas. Hay que vivir; no podemos llorar á todas horas. Pero si llego á interesarme por algo, inmediatamente surge el remordimiento. Me insulto yo misma: «¡Mala madre, que lo olvidasRaro es el día que como sin llorar.