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Actualizado: 23 de octubre de 2025
Mientras la escuchaba, sufriendo secretas agonías, la fisonomía de Jacobo había ido tomando una expresión dulce y seria. Sí dijo al fin, lentamente y la voz algo alterada mirándola con una ternura infinita , sí, debe haber un Dios y una vida mejor... y almas inmortales, puesto que hay un ser como usted... ¿Pero, qué tiene? ¡Gran Dios! exclamó de pronto.
Hay multitud de amores continuaba el poeta , hijos todos de las ninfas: Amores terrenales que son los que nosotros por lo común conocemos; pero hay además un solo y único Amor, hijo de Venus Urania, el cual, según refiere el fabulista Esopo, y después han repetido muchos otros poetas y fabulistas, vive casi siempre en el cielo. Los dioses inmortales no pueden vivir sin él.
El médico no pudo contener su risa. ¿Por qué estarán aquí estos tíos?... Las estampas habrían sido pegadas como adorno, sin fijarse en los personajes; ó tal vez serían recuerdos de algún antiguo soldado, cándido y entusiasta, que creería haber servido á las órdenes de caudillos inmortales. El enfermo tenía los ojos cerrados, y respiraba trabajosamente. Su piel ardía.
¡Ah, sí! exclamó el hidalgo, cerrando los ojos y pasando su mano descarnada por la frente. ¡La he amado!... Por un momento fui comparable a los inmortales del Olimpo. La felicidad cantó dentro de mi alma el himno más hermoso que acompañó jamás a sus divinos juegos. El sol se levantaba y se acostaba tan sólo para dorar mis ilusiones.
El alcalde, Antero y otros varios se acercaron á él. ¿Qué es eso, D. César? ¿Cómo estamos tan melancólicos en momento como éste? D. César se llevó la mano á la frente con abatimiento y exclamó con voz temblorosa: Señores míos, dispensadme. La alegría desenfrenada que en torno mío contemplo me causa sobresalto. La excesiva prosperidad en los humanos rebaja la dignidad de los inmortales.
Si lo dicho es confesión de ruindad y de real menosprecio de sí mismo, venga Dios y lo vea, como vulgarmente se dice. La igualdad, por consiguiente, se da en el Cristianismo en potencia: en la potencia infinita que tenemos todos de ser llamados hijos de Dios y herederos inmortales de su reino y de su gloria.
¡Silencio! los tambores Ya la señal han dado, Y rayo de fulgores El campo ha iluminado. ¡Gloria á los inmortales Que pisan los umbrales De un mundo superior! Mirad, ya no es del alma Fantasma vaporoso, Vestidos con la palma Del mártir generoso, Despues de su caida Renacen á la vida De glorias perennal!
Por el contrario, en La fragua de Vulcano, sin llegar a la desenfadada burla hecha de Baco en Los borrachos, la situación aparece dispuesta con cierta graciosísima ironía muy andaluza y poco respetuosa para los dioses inmortales.
Con no menor saña se embistieron las galeras de don Juan de Austria y de Alí-Pachá, y ya el combate se extendió por toda la línea, sin haber galera que no combatiese. Se levantó el viento favorable a los cristianos, y como ya se ha dicho, un infierno terrible, que no otra cosa parecía la pelea, que todos peleaban como si hubieran sido inmortales. Apretada se veía la Real de don Juan de Austria.
?La muerte me lo concedera? Nosotros somos inmortales, y no olvidamos nada, somos eternos, y para nosotros lo pasado y lo venidero son como lo presente: ved nuestra respuesta. Esto es burlarse de mi; pero el poder que os ha conducido a mi presencia os ha puesto bajo mi disposicion. Esclavos, no hay que hacer mofa de las voluntades de vuestro senor.
Palabra del Dia
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