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Actualizado: 30 de junio de 2025


Conservan por largo tiempo en su pecho la memoria de las injurias recibidas, y aunque sientan partírseles el corazón de dolor y rabia, lo esconden y encubren disimuladamente con un semblante enteramente alegre, esperando coger al enemigo desprevenido para hacer con más seguridad el tiro.

A falta de mejores argumentos, abrumó con injurias las creencias de aquellos burlones. ¿La Biblia?... «¡líquido!» ¿Lo de la creasión der mundo en seis días?... «¡líquido!» ¿Lo de Adán y Eva?... ¡«líquido» también! Too mentira y superstisión.

Y acaso el uno y el otro hubieran sido felices, hasta tal punto arregla las cosas el amor. Pero Roussel no pronunció la palabra de afecto y Clementina, ahogada por la rabia y no encontrando ya más injurias que lanzar á la faz de su primo, arrojó un grito desgarrador y cayó en el sofá, víctima de un ataque nervioso.

La despojan de sus vestidos y la pasean desnuda por la ciudad; después la mutilan del modo más horrible, la meten en un saco y la exponen a la puerta de una mezquita, donde todo hombre, incluso un cristiano, puede llenarla de golpes, de injurias y de barro... ¿Qué hubieras, pues, hecho más por tu hermana, Blasillo? ¡Siempre asesinatos, siempre!

«...¿Se han reunido todos los ministros?... ¿Puede empezar el Consejo?... ¡El coche, el coche, o no llegaré a tiempo al Senado!... Esta vida es intolerable... ¡Y el país, ese bendito monstruo con cabeza de barbarie y cola de ingratitud, no sabe apreciar nuestra abnegación, paga nuestros sacrificios con injurias, y se regocija de vernos humillados!

Parece que por fin el gitano se cansó de tantas injurias. Enderezó altivamente la cabeza, y dijo con voz sonora: Señor Pérez, ¡es usted poco caritativo! ¿Quién ha dicho mi nombre a ese miserable? preguntó el hombre, pálido, confuso y extrañado.

No quiero hacer aquí apologías de mi conducta repuse con calma ni las injurias de ese hombre me harán olvidar el hábito que viste y el respeto que debo a la casa en que estoy. Aquí está una persona que, si puede haber formado de juicio desfavorable en ciertas cuestiones, conoce muy bien mis antecedentes y mi reputación como hombre honrado. El Sr.

Los carteles anunciaron el desafuero contra el arte, y aquella alborotada juventud se posesionó del centro de la galería baja, dispuesta á vengar las injurias que, no sin razon, daban de antemano por inferidas á su ídolo.

Tardó aún cosa de dos minutos en recobrar la expedición de la lengua y en poder escupir al ventarrón, cada vez más desencadenado y furioso, una retahíla de injurias contra los infames calumniadores del partido de Trampeta. El granuja de don Eugenio le dejó desahogar, y luego añadió: Aún hay más, más.

Pero no pudieron marchar tan pronto porque la hija de don Santos cayó desmayada. La bajaron a la tienda, para librarla de los gritos furiosos y de las injurias de su padre. Quedó el campo por don Pompeyo, que volvió a sus paseos y después fue a la cocina a espumar el puchero miserable de don Santos. «Allí no había más caridad que la de él.

Palabra del Dia

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