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Actualizado: 30 de septiembre de 2025


Una indignidad, señor de los Peñascales... lo que puede desempeñar un cónsul de tres al cuarto. ¡Qué atrocidad! exclamó don Simón sinceramente escandalizado. Pues así va todo, amigo mío. Pero a bien que no me extraña, porque soy viejo en esta casa, y conozco hasta sus menores escondrijos. Habrá usted sido diputado varias veces...

Jacobo fué ciertamente muy indigno, muy traidor, muy cobarde. ¿Pero qué decir de usted que aprovechó su indignidad, su traición y su cobardía para arrastrarle á la perdición? ¡Quién sabe si no abusó usted de mi credulidad y no era el desgraciado tan culpable como usted quiso probarme! Ahora, Sorege, desconfío de usted, porque de lo que es capaz.

Pero, lo que más indiscutiblemente acusaba a Pierrepont ante los ojos de las jóvenes amigas, era ese completo y absoluto alejamiento de aquél hacia ellas, cual si el marqués hiciera por el hecho una tácita confesión de su indignidad; jamás aparecía por el taller de Fabrice, con grande aflicción del pintor, que tan sinceramente estimaba a aquel antiguo compañero del combate y de la ambulancia.

Al principio se le había figurado que ella, con un poco de arte, hubiera podido conquistar a cualquiera de aquellos nobles ricos que se divertían con todas y se casaban con la de mayor dote. Pero le pareció una indignidad asquerosa semejante idea; ni una sola vez trató de ensayar sus recursos y prefirió creer a su tía: aquellos aristócratas interesados no eran maridos posibles.

las consideraciones que se te deben. Eres la madre de la desposada; yo he servido de padre al novio; la boda se hace en tu casa ... y he venido. Jamás ha existido lazo alguno de parentesco entre ese joven y ... y después de la indignidad de tu conducta respecto de él, no tiene ningún motivo de reconocimiento.

Hasta se comprende que los hubiese matado en aquel momento, porque la pasión ciega el espíritu... ¡pero delatarlos!... ¡Dios mío, qué indignidad!... Cualquiera diría que mi amor no era más que un deseo vanidoso de ser preferido... Y, sin embargo, no es cierto; yo la adoraba... La adoro todavía en lo profundo de mi pecho.

Ya que le pierdo, y quizá para siempre, conozco cuánto vale, y le amo; perdidamente le amo. Y para que veas mi indignidad y mi vileza, amándole le he faltado: he atravesado su corazón con el puñal venenoso de los celos. Yo tengo la culpa, y don Andrés está disculpado. Yo le atraje, yo le provoqué, yo le trastorné el juicio, y me faltó al respeto, hizo lo que yo merecía.

D. Leandro, por su parte, sacando del bolsillo la flauta hecha pedazos, y uniéndolos después con esmero, y templándola con pausa, principiaba a atormentar a Rossini y Mercadante, aunque más tímidamente y confesando su indignidad. Los chicos se reunían en torno de uno o de otro, según sus aficiones; pero los más preferían los ejercicios gimnásticos del capellán.

Mas ella, aturdida y excitada, como siempre, por sus propias palabras, cada vez se iba poniendo más encrespada, hasta el punto de que algunas personas que se sentaban en las butacas inmediatas lo observaron. ¡Es una grosería, Sanjurjo..., una indignidad!... Usted es persona de buena educación, y en su interior se está escandalizando, segura estoy, de ello.

Y todo ¿por qué? Por haber tenido la desgracia de amar á una criatura feroz que jugaba con mis sufrimientos y se felicitaba por mi abyección. Lea levantó los brazos y por primera vez miró á Jacobo con ojos aún turbados por el terror. ¡No! No por haber tenido la desgracia de amarla, replicó, sino por haber cometido la indignidad de hacerla traición...

Palabra del Dia

aprietes

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