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Actualizado: 28 de junio de 2025


Contrariada y afligida Juana, tenía que confesar que D. Jacinto no había parecido por aquella casa; no había enviado, al menos a un criado, a informarse de cómo estaba la enferma. Por último, La Caramba supo una novedad imprevista.

La felicidad sin duda le había traído una especie de inconsciencia, y más con el trajín de arreglar la casa en un par de días. Ahora le resultaba curiosa, por ejemplo, la tenacidad con que ella había rehusado el viaje de bodas a Montevideo. Comprendió que el golpe de la dicha imprevista le había desquiciado y sumergido en una suerte de sonambulismo.

Hay catástrofes financieras terribles... Sin ir tan lejos, mi padre, cuya fortuna consiste, en su mayor parte, en la fábrica de cristales, podría verse comprometido por alguna desgracia imprevista...

Un murmullo de curiosidad se elevó del corro, semejante al que surge de una reunión electoral cuando el discurso del candidato queda cortado por una objeción imprevista. Todos los ojos se volvieron hacia el viejo, que se rascaba la cabeza, mirando al suelo con una expresión de inquietud y de duda. De pronto sonrió, triunfante.

Esta habíase vuelto completamente buena y me juraba que tomaría el tren del día siguiente para tornar al redil; yo sentíame feliz y orgulloso de haber realizado una buena acción; cierto que estaba a medios pelos y que consideraba al universo con indulgencia. Notaba en una imprevista juventud. He de advertirle que no fuí nunca joven.

Este ensayo se titula No hay amor donde hay agravio, drama muy semejante en su fábula á El médico de su honra, pero escrito acaso con anterioridad á la tragedia de Calderón: una doncella, que, al verse visitada por un galán impertinente en ausencia de su amante, se ve obligada, por la llegada imprevista de su padre, y por la fuerza que éste le hace, á dar su mano al visitador, y siente después renacer en su pecho el antiguo amor que profesaba á su primer amante al presentarse otra vez á sus ojos.

En casa de la Sarcicourt, absolutamente nada... Me resigné fácilmente a pensar que el pretendiente porque debía de haberlo había llegado tarde al tren. Otro día será pensé con alguna angustia ante la idea de volver a empezar las fases de mi atavío de conquista. La abuela se encargó de desengañarme con una pregunta tan brusca como imprevista. ¿Qué te parece el señor de Baurepois, Magdalena?

»He soñado esta noche nos dijo que yo era gran señor y primer ministro. »¿En qué reino? le interrogué yo. »Mi sueño no me lo ha dicho. »¿Y qué puesto me daba usted en ese sueño? »Usted, señora... era reina. »¿Y Teobaldo? »¡Confesor del rey! »A esta broma imprevista lancé una carcajada, y mi alegría excitó la de Carlos.

¡Qué bien dicho está! Cinco veces he leído el famoso pasaje, y, finalmente, para escapar a las miradas maliciosas del padre Tomás, me he arrojado llorando en los brazos de la abuela. El cura se quedó un poco sorprendido por esta conclusión imprevista. ¡Cómo!... ¿Lágrimas?... murmuró levantando las gafas para ver mejor. respondió la abuela, esta niña está muy sensible...

Después de un rato, vuelta en , viendo que don Bernardino callaba, dijo con desmayada voz: No , Bernardino, no te comprendo, ¿he oído bien? explícate, si no quieres que me vuelva loca. ¡Explicaciones! hay cosas que no se explican; vienen porque , cuando menos se piensa, de la manera más imprevista.

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